Es obvio decir que lo más importante del partido del Deportivo fue que sumó los tres puntos. En cuanto a juego se convirtió en uno de los peores que le recuerdo, más pobre incluso que el de Badajoz. Aquel día defensivamente hubo momentos en que el encuentro parecía controlado, pero este domingo se combinaron los errores del rival en los dos goles, y la suerte que no hubo en el final del partido de hace quince días. El Ceuta dispuso de muchísimas ocasiones, dos palos, un gol fantasma,... pero lo peor fue la sensación de que solo existió un equipo en el terreno de juego, y que todo esto ocurrió frente al colista. La victoria blanquiazul se combinó con los pinchazos del Córdoba y el Racing, pero futbolísticamente el equipo jugó muy mal.
Resulta inexplicable que esto le ocurra tantas veces fuera de casa. Recuerdo que en Mérida el Dépor ganó por 0-1, pero porque el árbitro se equivocó en el minuto 91 y sacó fuera del área una falta que claramente ocurrió en la línea; y en Algeciras a los locales les anularon de forma inexplicable el empate en el 96. En ambos casos el Deportivo se vio favorecido, pero debería haber sumado cuatro puntos menos de los que tiene ahora.
La primera parte del choque contra el Racing nos ilusionó a todos, pero otra vez se vieron todos los defectos antiguos del equipo. Desapareció esa línea de presión adelantada y, paradójicamente, el equipo cada vez jugó más atrás.
Así, cierra el año como el Dépor poco fiable que venía siendo. Es cierto que la competición está siendo más igualada que la de la pasada temporada, pero con el 0-2 tenía que haber sido coser y cantar para apuntillar al adversario a la contra. En cambio, apenas hubo contragolpes. El Ceuta dispuso de muchísimas ocasiones, y solo con un poco de fortuna hubiera ganado con facilidad. Cada córner pareció un penalti.