Deportivo, versión 3.0

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

Óscar Cano da una vuelta al dibujo en beneficio de Pablo Martínez, soberbio como tercer central, y de un colectivo que produjo mucho más sin desprotegerse

23 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay pequeños gestos que delatan estados de ánimo. Durante el encuentro entre el Deportivo y el Rayo Majadahonda, llega un momento en el que el delegado ofrece a Pablo Martínez una goma con la que recomponer su coleta. El zaguero francés descarta la idea; desmelenado como estaba, todo iba bien. Para el futbolista y para el equipo, reestructurado por Óscar Cano siguiendo un boceto pulido en Abegondo. «Aunque fuera nuevo en los partidos, lo llevábamos practicando varias semanas», explicaría después Jaime Sánchez, encargado de las últimas correcciones de esa nueva defensa de tres.

A la zona mixta de Riazor acudieron el sábado un par de centrales, los más indicados para analizar con ventaja la última versión blanquiazul. «Estuvimos muy cómodos. Lo habíamos entrenado mucho», refrendaría Adrián Lapeña, compartiendo la aplicación puntual del nuevo dibujo: «Sabíamos que sus laterales iban muy altos y hemos intentado soltar a los nuestros contra ellos y formar la línea de tres con Olabe y Villares por delante, que han hecho un trabajo fantástico. Nos quedábamos uno contra uno, con muchos metros a la espalda, pero estamos muy a gusto en esas situaciones».

«Perdíamos un mediocentro y éramos Pablo y yo quienes tomábamos la iniciativa de salir con el balón jugado», desgranaba. Si el desempeño del riojano fue bueno, el de su socio en el perfil contrario rayó la perfección. Pablo anticipó en varias ocasiones y pudo arriesgar con la conducción y el pase, respaldado por una fina aunque suficiente red de seguridad. «El central del medio es el que tiene menos protagonismo en la salida de balón, pero da equilibrio al equipo», resumiría Jaime, desentrañando su función.

Tocar menos la pelota para permitir a los compañeros de ambos lados moverla con seguridad. Y pese a que Lapeña no acabara del todo satisfecho con el resultado —«Nos ha faltado algo más de calma, porque con un par de vueltas más los habríamos desgastado mucho»—, hay tres puntos y diversas acciones que respaldan la idea. Pablo Martínez aparece en varias, melena al viento. Quizá la más llamativa, con pelota de por medio, sea la de ese pase filtrado que salvó a ras de césped la distancia entre la divisoria y el área rival para encontrarse con Lucas Pérez. El coruñés completaría la acción con un inteligente centro atrás que Alberto Quiles desaprovechó disparando alto. En la segunda parte trató de repetir conexión con el 7, picando ligeramente el cuero, pero un resorte en el brazo del banderín del asistente le estropeó la operación.

Si tantas veces un centrocampista se incrusta entre zagueros para multiplicar las opciones en el inicio de jugada, el Dépor invirtió en esta ocasión la fórmula, aliviando la despoblación intencionada de la medular. Cano movió de lugar el trivote, restando pasos en el tránsito hacia el área rival. «Hemos intentado que el equipo pensara muy poco», aclararía el técnico en sala de prensa. «Los primeros pases con una línea de tres ya montada daban la posibilidad de llegar mejor a campo contrario con Antoñito y Víctor Narro», compartiría. Carrileros de clara vocación ofensiva a los que se une ahora Orest Lebedenko. «Requeríamos alguien que se soltara por fuera —opina el míster—. Es un portento físico que va hacia arriba y viene a darnos esa variabilidad».

Insiste el entrenador en «no modificar mucho la esencia, sino enriquecerla. Que tengamos nuestra versión más purista y otro tipo de versión. Ahora en el fútbol se habla de música clásica, jazz, rock and roll... Yo no busco una mejor música, sino otro tipo de melodías». La última suena bien.