El Deportivo redondea el despropósito con el cambio del 86

TORRE DE MARATHÓN

Yeremay conduce el balón durante el partido del Deportivo en Linarejos
Yeremay conduce el balón durante el partido del Deportivo en Linarejos LOF

La decisión de Óscar Cano de enviar a Trilli al campo ya con el encuentro a punto de concluir agravó la derrota de Linarejos

14 may 2023 . Actualizado a las 19:17 h.

A Óscar Cano, técnico siempre correcto en el mano a mano con los medios, le traicionó la flema en la improvisada zona de prensa armada sobre el césped de Linarejos. El escenario de la derrota más dura de la temporada (nunca había caído desde tan alto el Deportivo) fue también el del primer ataque de ira de su entrenador. Breve; concentrado en la mirada que devolvió cuando le recordaron el minuto en que había enviado a Trilli al campo. «En el 86, sí. Lo he hecho en el 86», concedió encendido, deteniendo el cronómetro en el instante del descabello. De una decisión sin trascendencia palpable en el juego, pero de enorme carga moral.

El lateral es el futbolista con menos tiempo sobre el césped de entre quienes empezaron el curso. Por detrás incluso de Edu Sousa, suplente perenne de Ian Mackay. Rebasado ya por Kike Saverio y Lebedenko, refuerzos no indiscutibles del mercado invernal. Sobrepasado también por Pepe Sánchez, pese a la lesión del central al que Cano sumó hace tres días al abanico de carrileros diestros. Siempre Antoñito, renqueante o no; a continuación, Villares, quizá Pepe, y luego la baza condenada entre Guijuelo y Badajoz. En el Municipal Luis Ramos, Trilli fue titular por última vez. En Copa del Rey. Media hora pasó jugando después en el Nuevo Vivero; suficiente para confirmar que su versión de entonces palidecía frente a la que ofreció la campaña anterior.

A eso y al discreto rodar en Abegondo se agarra el míster para justificar el ostracismo que enerva a la parroquia, convencida de que las hornadas más recientes de la cantera tienen en el ferrolano su mayor valor. «Es un chico de condiciones excepcionales, especialmente con balón; porque sin él tiene aún un margen de mejora enorme y lo sabe», razonaba el entrenador en una reciente entrevista en La Voz. Mucho antes del minuto 86, el Dépor necesitaba el cuero y saber, por fin, qué hacer con él.

Hasta entonces, era el ciervo ante los faros, incapaz de moverse hasta dejarse arrollar. Le pasó por encima un Linares remozado en el descanso. Salieron Varela y Campabadal. Un lateral derecho, sí, que centró al área mientras Saverio observaba a lo lejos, para que Fermín se adelantara a Antoñito (segundo especialista en la misma faena retratado en la acción del 2-1) y desencadenara la rebelión. Tocaba a rebato Alberto González, desarbolando la resistencia de Mackay; aliado durante el primer tramo a socios tan inesperados como Max Svensson para negarle el tanto a Lolo sobre la línea de gol.

Derrochaba efectividad el visitante. Le faltaba al anfitrión, que se hinchó a rascar hasta encontrar premio. Aprovechó la siesta del adversario, saciado porque a falta de Lucas Pérez y Alberto Quiles había encontrado a Kuki Zalazar. Al festejado despertar del uruguayo, afianzado por el resbalón de Arnedo que franqueo a Saverio el camino a la red, se le acabó el recorrido en el intermedio. A partir de ahí, el Deportivo hizo aguas por el centro y los flancos, aculado en área propia, donde no se sabe defender.

Hasta el 2-2 no ofreció más señales de vida. Entonces intervino Cano, rehaciendo el trivote, que volvió a disolverse enseguida, con los coruñeses ya por detrás. No fue capaz el técnico de prevenir, soldar los costados desde donde llovían centros, y cuando actuó iba ya a contracorriente. «Solo faltaba que le exigiera a un jugador que entra diez o quince minutos que me aporte un par de golitos», apuntaba el míster el viernes pasado. Qué pedirle a Trilli, que entró en el 86.