«No valoramos tener a un jugador y Balón de Oro como Luis Suárez»

TORRE DE MARATHÓN

CEDIDA

Marcelino Martínez y el Chopo Iribar, campeones de la Eurocopa con Suárez, y Manolete analizan la dimensión del gallego, fallecido el domingo a los 88 años

11 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Sencillez, humildad y elegancia. Así es cómo definen a Luis Suárez aquellos que jugaron con él y que tuvieron la suerte de verlo, y disfrutarlo, en directo. «Era un creador de fútbol. Iba un paso por delante, era un fenómeno. Se habla mucho de Pelé, pero Luis no tiene nada que envidiarle», comenta Marcelino Martínez, quien pasó a la historia por marcar el gol de la victoria española frente a la Unión Soviética en la final de la Eurocopa de 1964.

«En Italia le adoraban. Allí está considerado como el mejor futbolista de la historia del Inter. El Barcelona perdió muchísimo potencial con su salida...», analiza el carismático jugador de Ares.

José Ángel Iribar y Luis Suárez también coincidieron en aquella selección española campeona. «Técnicamente hablando era casi inmejorable. Muy técnico, con una gran visión de juego, clavaba el balón de maravilla y te lo daba con mucha ventaja. Además, era muy buen recuperador de balones y, por supuesto, tenía gol. Era completísimo. Por su calidad, está en la línea de Alfredo di Stéfano y Cruyff», destaca el histórico guardameta del Athletic, al que el gallego catalogó del mejor.

Aunque los años pasan y el Chopo no recuerda anécdotas juntos, incide en que jamás olvidará esa sonrisa perenne y aquel acento gallego que Luisito nunca perdió.

Manuel Ríos Quintanilla, Manolete, fue el primero en coincidir con Suárez. «Le conocí de niño, porque los dos somos del mismo barrio, de Monte Alto», expone. «Cuando empecé a jugar en el Deportivo, él ya estaba en el Inter y había ganado el Balón de Oro. Venía a entrenar con nosotros cuando estaba de vacaciones en casa. Traía ropa que, después, nos daba a los que estábamos empezando», añade.

En 1972 la selección española jugó en Grecia, y Manolete vivió un momento inolvidable: «Tuve el honor de jugar su último partido como internacional. Fue en Salónica y, para mí, estar en la despedida de un jugador al que admiro tanto... Imagínese».

Dio a conocer Galicia

«Futbolísticamente, era un jugador finísimo. Tenía una elegancia impresionante, acariciaba el balón, no lo golpeaba», analiza el presidente de la asociación de veteranos del Deportivo. «Creo que en A Coruña y en España no valoramos tener a un jugador tan bueno ni apreciamos el valor de que hubiese ganado un Balón de Oro. Gracias a él, a Amancio y a Arsenio se conoce a Galicia en todo el mundo», apunta Manolete.

«Luis siempre estará con nosotros. Estoy seguro de que nos divertiremos mucho algún día cuando volvamos a estar juntos», finaliza Marcelino, quien siempre estuvo muy unido al futbolista coruñés.

«Todos en la selección le adorábamos, daba mucha alegría al grupo»

Suárez formó parte de la plantilla que se proclamó campeona de la Eurocopa en 1964, donde se convirtió en el primer español en marcar un gol en esta competición. «Fue mi compañero de habitación durante el torneo. Era un poco mayor que nosotros, y era como un maestro. Confiábamos mucho en él, en su equilibrio y en su forma de hacer las cosas. Tanto dentro del fútbol como fuera de él era un fenómeno», recuerda Marcelino.

Unidos durante tantos años, el autor del gol a la Unión Soviética, recuerda con especial cariño un momento que vivió junto a Suárez durante aquel torneo: «Él estaba a punto de casarse. Cuando estábamos con la selección, había un solo teléfono, y el entrenador nos reunía individualmente. Cuando le tocaba a él su turno, me dejaba el único teléfono que había y me tocaba hablar con su pareja. A lo mejor duraba la charla una hora (ríe)».

Un hombre entregado

El Chopo Iribar destaca la fascinación que creaba entre los integrantes de aquella expedición: «En los entrenamientos y en el campo era un hombre entregado, poseía una gran clase. Ya había sido Balón de Oro, y eso son palabras mayores. Su aureola ya la tenía bien ganada, pero él lo llevaba con una sencillez increíble. Le admirábamos todos».

«Nos daba mucha alegría al grupo. Durante las concentraciones siempre estaba haciendo bromas, contando anécdotas y muy sonriente, creaba un gran ambiente. A mayores de esa virtud, y de, por su puesto, lo buen jugador que era, nos aglutinaba a todos y nos daba mucha confianza», añade en lo personal.