Vuelve a sufrir como visitante ante la Ponferradina (2-0) y cae en su partido más exigente de la pretemporada
16 ago 2023 . Actualizado a las 09:38 h.La pretemporada no es más que un campo de pruebas y, convencido de ello, Imanol Idiakez probó a inventarse un lateral. Lo configuró a lo Frankenstein, siguiendo la receta que la exageración política se ha empeñado en popularizar. Cogió los días de penitencia de Diego Villares, castigado al rincón derecho, y los cosió a la versatilidad de Ximo Navarro. Entre ambos dieron como resultado un mal remedo de Paris Adot.
Así se plantó el Dépor en Ponferrada (2-0), convertido en acordeón: a ratos, defensa de cuatro; a ratos, solo de tres. Villares tendía a la medular, en busca de superioridades, regalando todo un costado a Davo y al rival. Aunque la fórmula funcionó al principio, aprovechando el desconcierto, y los coruñeses amagaron con tomar el mando, la Ponfe pilló enseguida el truco y se infló a circular por el carril.
Soto centró primero a las manos de Parreño y después a la bota derecha de Ernesto, que pifió la volea, pero le tomó la medida a la red. Cuando a la media hora le regalaron una contra, encaró sin necesidad de asistencia a la línea que entonces formaban Balenziaga, Pablo Vázquez y Ximo, por orden de proximidad. El trío reculó en bloque y para cuando el ex del Athletic quiso frenar el avance, el futbolista berciano estaba ya en la frontal. Minuto 24: derechazo y gol.
Tras el saque de centro, Balenziaga no tardó diez segundos en perder el cuero y entregar un saque de esquina, del que nació el tercer disparo de Ernesto; en este, no acertó. Jugaban ya los visitantes de ese modo que hace dudar del acierto en la segunda equipación. El atuendo de la Canarinha mezcla mal con lo que sigue ofreciendo el Deportivo a domicilio, demasiado parecido a la versión anterior.
Escaso de movilidades, todo eran marcas fijas para los defensores locales, privando a Isi Gómez de referencias y desesperando a Lucas Pérez, que se aproximó varias veces a la divisoria, como hace cuando la cosa va mal. Barbero, una isla entre camisetas blanquiazules, bastante tuvo con bajar algún balón. Un par de carreras de Mella, y ya.
Para que nadie se fuera al descanso con dudas sobre el rendimiento de la fórmula de Idiákez, Nil Jiménez dejó otra incursión sin estorbos por la banda izquierda, concluida en un centro tenso que los rematadores no supieron aprovechar.
Tomó nota el técnico y reemplazo a Ximo por Pablo Martínez para encadenar a Villares al lateral. Del mismo golpe retiró a Parreño para meter a Ian Mackay, reverenciado en la que fue su casa, y forzado a intervenir de inmediato cuando una contra dejó a Ale Díez en buena posición para chutar. La velocidad en las transiciones de la Ponferradina descolocó en más ocasiones a la zaga deportivista. Yuri, otro de los ovacionados, rozó el mano a mano, pero eligió ahorrarse la carrera y picar (desde lejos y en exceso) el balón.
Mientras, Lucas seguía persiguiendo el cuero muy lejos del área; José Ángel, repartiendo tarjetas de visita para cuando, ya en octubre, toque visita oficial. A la cuarta, el árbitro le dejó también la suya, de color amarillo amonestación. Nada varió con el ingreso en tropel de los canteranos, que ni mejoraron ni empeoraron lo ofrecido por el grupo de gente habitual. A ellos les tocó encajar otro tanto, transformado por Markel Lozano con un latigazo lejano que sorprendió a Mackay.
Justo desenlace para un encuentro sin ocasiones del Deportivo, empeñado en enseñarle a su técnico los males que le atacan cuando abandona Riazor.