El Deportivo estuvo muy espeso. Era el peor día para hacer frente a un rival como el Cornellà que, por otra parte, me ha gustado mucho. De los tres que visitaron Riazor fue el más complicado por el planteamiento que hizo, en el que no solo se defendió, sino que tiró contragolpes en la segunda mitad con bastante fuerza, sobre todo a través de Clau Mendes. Y digo que era el peor día porque al equipo coruñés se le juntó tener todas las bajas con las que cuenta en ataque, que eso al final se dejó sentir y fue duro.
Tras ver la entrada de Martín Ochoa en el tramo final del encuentro, dio la sensación de que el canterano hubiera sido una mejor opción que la que eligió Imanol Idiakez. El delantero riojano fue seguramente lo más destacado del partido, aunque hayan sido solo los quince o veinte últimos minutos en los que participó.
En el primer tiempo, yo valoraba que, al margen de la dificultad que el equipo manifestaba para generar en ataque, tenía la absoluta tranquilidad de ver cómo se recuperaban balones y no se pasaban apuros. Pero es que hasta eso falló en la segunda mitad, cuando hubo una fase hasta el gol del empate, en la que también se perdió esa faceta del juego. Y es ahí hacia dónde yo dirigiría más la crítica. Esos momentos en los que el Cornellà le quitó la pelota al Deportivo y, aunque fuera con estrategias y balones al área, le complicó al cuadro coruñés.
En cualquier caso, no conviene criticar en exceso porque eran demasiadas las bajas que se juntaban para este partido. Y eso, de alguna manera, hay que valorarlo. Contra el Fuenlabrada volverá Lucas, que no es poco, y seguramente será con muchas ganas de reivindicarse tras su error ante el Teruel.