Hace unos años se hablaba de O Carballiño para explicar cómo podía ser que en una población del interior de Galicia se pudiese hacer el mejor pulpo. Actualmente se habla para ponerle un lugar en el mapa al CD Arenteiro. Juega en el campo municipal de Espiñedo, acogedor para presenciar un partido in situ como local, incómodo si lo sigues desde casa por sus columnas, y un auténtico incordio si eres el conjunto visitante. El equipo siempre viste de verde, salvo Diego García, uno de los guardametas revelación de la competición. Los vestuarios son fríos y húmedos, aunque puedes percibir el calor de la grada durante los descansos, el café es de pota, y Pol Bueso lo lleva de casa para repartir en el vestuario.
Hablar del club es nombrar a Manuel, a Argimiro y a Álex. Sin ellos, imposible que alguien de Sabadell supiese siquiera de su existencia. A los mandos de Fran Justo y Millán se consiguió el primer ascenso, calentaron el segundo, pero la cocción a fuego fuerte le correspondió a Javi Rey, actual entrenador, que cogió el club cuando solo tenía algo que perder, y no ha dejado de ganar.
Yo estuve un mes, firmé con la ilusión de un niño que llevaba dos años sin disfrutar en un terreno de juego e iba a empezar a hacerlo. Ese período me sirvió para muchas cosas, conocer a gente maravillosa, dedicarle un último gol a papá, y dejar de ser futbolista. Recuerdo mi primer entrenamiento en A Uceira, el cortometraje del Langreo a menos treinta grados en la cantina que servía de gimnasio, la oficina cafetería, la sala de vídeo y sala de juegos, y una cantina en la que nunca presencié una discusión, pero sí muchas coñas entre Cruz, Marquitos y Raúl Blanco. Esta es la clave del éxito, entre otras muchas cosas: la confección de la plantilla como grupo humano, una de las mayores preocupaciones de Álex, el director deportivo. ¡Qué mítica frase la suya esa de «como futbolista lo tengo claro, me interesa saber como persona»!
Deportivistas que vayáis el domingo, o los que os quedéis en casa: disfrutad del partido y de lo que veáis en O Carballiño, porque es todo lo contrario al humo que vende el fútbol moderno. Bienvenidos al feudo del club más casero, acogedor y genuino, bienvenidos al verdadero barro de la tercera categoría del fútbol nacional.