Iano Simao: no hay quien pare al jabalí

TORRE DE MARATHÓN

Iano Simao, junto a David Mella en la ciudad deportiva de Abegondo
Iano Simao, junto a David Mella en la ciudad deportiva de Abegondo Marcos Miguez

Su salto al Dépor premia el crecimiento exponencial de un futbolista inmune a obstáculos como esa hernia que le complica sentarse en el bus

02 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La carrera deportiva de Iano Simao está plagada de asuntos menores. Como esa hernia que le obliga a dar paseos por el autobús cuando ya no soporta el dolor. Una molestia que ha llamado varias veces la atención de sus entrenadores y compañeros a lo largo de esta temporada, pero no le ha mermado sobre el césped ni le ha impedido recoger el fruto de su excepcional progresión. Tampoco aquella amigdalitis que los doctores consideraron motivo de descanso forzoso y él decidió ignorar para completar otra hora y media de fútbol al servicio del Fabril. Ni siquiera ha resultado un obstáculo insalvable la edad que registra su carné. Excesiva para compatibilizar filial y primer equipo o para allanarse el ascenso con una ficha sub-23.

Qué más da todo. Él ya llegó. Había llegado también cuando dejó Guinea Bisáu el 4 de mayo del 2018 para incorporarse al Famalicao portugués. Aún era juvenil, iba justo con el idioma, apenas le dieron minutos, y él se hinchó a llorar. La situación mejoró un poco en el Limianos y el Montealegre, y giró definitivamente cuando alcanzó Redondela y el Choco, a donde llegó como delantero y (por obra de Gonza Fernández) salió como lateral. «Lo acogimos muy bien porque es de esos que se hacen querer. El mítico calladito que suelta algunas... Al final ya era el que ponía la música», recuerda Davo, compañero allí y en el filial blanquiazul.

Cuando lo conoció «ganábamos poco dinero, pero aún así, él enviaba una parte a su familia; vivían siete en un piso, y al principio pensábamos que venía a hacer pruebas, porque tenía dificultades con el balón». Eso, por supuesto, también lo superó: «Tuvo una evolución técnica de la virgen, que a cierta edad ya es algo complicado, y desde entonces no ha parado de mejorar».

La progresión se mantiene y tampoco pasó por alto a Iñaki Leonardo, recién incorporado al Arosa tras año y medio a las órdenes de Óscar Gilsanz. «Yo me había enfrentado con él estando en el Arzúa y cuando llegué a Abegondo flipé con el cambio que había pegado. Es impresionante lo que mejora cada año y en el Dépor va a dar otro salto, al subir la exigencia y el nivel de la competición. La pena es que en el Fabril lo van a notar un montón, porque es muy superior a cualquier otro jugador de la categoría», augura el mediapunta.

Entre las vivencias juntos, los viajes de autobús con caminatas por el pasillo para aliviar el dolor de esa hernia que «le hizo pasar aún más tiempo en el gimnasio. Tiene un físico espectacular y ya apenas le molesta. Y en el campo ha ganado incluso en potencia, que tampoco es habitual en una etapa tan tardía». Otra vivencia en la memoria: la del partido que hizo Iano en Cantabria horas después de quedarse tirado en el hotel por una fiebre que le obligó a reposar. «No pudo ni salir a dar una vuelta, pero al día siguiente fue el mejor», resalta su compañero de habitación.

Ese que «llevaba un mes vacilándole con lo del primer equipo». Premio al rendimiento tras muchos campos de tierra sobre los que jugar sin botas antes de cumplir los 15; meses de espera para estrenarse en blanquiazul por falta de permiso de trabajo; cuatro años sin ver a su familia, hasta que se lo permitió una convocatoria de la selección...». Pequeñas piedras en el camino para alguien en quien Davo reconoce «un ejemplo de superación bestial». El del «jabalí», como le dice este amigo al que ayer llamó para confirmarle que ya era uno más en el Dépor, aún con dudas sobre si dará el nivel. No las comparte el ariete: «Si le transmiten confianza, se hará un sitio y va a destacar».

Se trata de mantener el ritmo de una temporada en la que ha completado 19 partidos y ha aprendido a cabecear. Gilsanz lo ha convertido en un peligro a balón parado, añadiendo a sus registros el del gol. «Casi nadie tiene sus condiciones —sostiene Iñaki—. En breve lo veo galopando, como él dice, por Riazor. Puede ser espectacular». Un jabalí desatado es imposible de parar.