Me alegra tanto esta irrupción de los niños... Hasta el punto de que esta temporada merece la pena ver un partido del Deportivo solamente por las carreras de Mella, los desbordes de Yeremay y esa jerarquía de Barcia para salir con el balón limpio desde la defensa. Sus ejemplos tienen que invitar a mirar más a la cantera, porque el equipo está en la tercera categoría y el salto no es tan grande. Eso sí, hay que atarlos y bien atados, con un contrato que nos permita disfrutarlos y que, si los llevan, que sea pagándolos por lo que verdaderamente valen.
Nunca sabremos cuánto tiempo podríamos haberlos disfrutado ya, porque no ha habido valentía hasta ahora para desarrollar su potencial en el primer equipo. Algunos de los que van habitualmente a Abegondo ya lo intuían desde hace tiempo, porque especialmente Mella y Yeremay eran apuestas a confiar. No sabemos hasta qué nivel de fútbol profesional llegarán, pero seguro que van a alcanzarlo con la gorra. ¡Cuando pienso en la pila de entrenadores que han pasado por aquí y ninguno ha tenido la entereza de ponerlos! En el Barcelona les dan la alternativa con 16 o 17 años, y hasta presumen de ello. Pero lo que más me extrañaba era que este Dépor, que venía en juveniles de ganar la Copa de Campeones, de jugar la Champions y la Copa del Rey, no confiase en sus niños.
Reniego del discurso de las etapas madurativas. A estas edades siempre es bueno que les dé el sol, no debemos guardarlos en la nevera. Incluso no tengo miedo en que repose en ellos cierta responsabilidad del ascenso, porque les ayudará a madurar. Además, están arropados por Lucas, que a su lado se siente más a gusto... ¡Es que les da un balón y le devuelven un balón! Y esa excusa de que los dos juegan en el mismo lado... A los buenos hay que juntarles, ya se buscarán dónde encajar mejor. En cuanto al físico: ponlos 60 o 70 minutos, lo que den, pero no te los pierdas. Está claro que la condición de cada uno es la que es. No todos pueden ser Belingham, pero no pasa nada. Cada jornada ellos van a tener capacidad de jugar más minutos, y nosotros de verlos crecer. Solo nos queda una cosa por hacer: disfrutarlos.