El central francés marcó y abandonó Riazor entre cánticos para que se quede
29 may 2024 . Actualizado a las 23:58 h.Los cánticos de la grada, los gestos camino del banquillo, el emocionado abrazo con Imanol Idiakez... Cada detalle avivó la duda sobre el futuro de Pablo Martínez y la posibilidad de que el del 2-1 pudiera haber sido el último baile del cangrejo en Riazor.
Una celebración por cortesía de Alberto. Otro veterano, enrolado en el Castellón. El central francés había acudido al área con el hambre de costumbre, a la caza del centro de Lucas Pérez. Buscando el premio obtenido en otras tres ocasiones esta campaña para desquitarse de ese curso pasado plagado de remates y huérfano de gol. El ímpetu le hizo golpear el aire con la zurda, mientras el balón pasaba de largo hasta caer a pies del zaguero rival. Este también se hizo un lío al despejar y devolvió el cuero a Pablo que, a la segunda y con su pierna mala, lo envió a la red.
Lo celebró desatado, con esos espasmos de piernas y brazos camino al fondo de Pabellón. Allí lo acompañó David Mella, eufórico todavía tras tanto esprint.
Se reencontraron de nuevo cuando el defensa abandonaba el campo y tronaba el «Pablo, quédate». El de Teo inauguró la serie de muestras de cariño hacia su compañero, a las que se apuntaron su reemplazo (Iano Simão) y su entrenador. Fue un abrazo sentido y prolongado durante unos segundos más de lo habitual. ¿Quizá el del adiós definitivo a Riazor?
«No creo», descartó Idiakez ya en sala de prensa, abriéndose a una esperanza que el propio futbolista se encargó de reforzar. «Era solo la despedida de la temporada», apuntó en zona mixta, admitiendo que hay negociación en marcha para prorrogar su contrato más allá del 30 de junio y dando un argumento incontestable para su continuidad: «Me emociona esta afición. Estoy enamorado del club y de la ciudad. Y cuando estás en un sitio así, ¿por qué moverte?». Solo para sacar al cangrejo a bailar.