Se reencuentra en Tenerife con el técnico al que despidió estando en Primera, fuera de descenso; y con el que inició su despeño en el 2017
12 dic 2024 . Actualizado a las 10:34 h.«No descarto clasificar a Europa. Meterte tercero puede ser complicado, pero sexto, séptimo, ganar la Copa... Yo ya estoy ahí. Veo el equipo que tenemos y estoy contento». Aquella profecía del entonces presidente del Deportivo, Tino Fernández, en una entrevista a la TVG, el 15 de septiembre del 2017, nunca llegó a cumplirse. Su entrenador era Pepe Mel y en la plantilla figuraba un entonces semidesconocido Fede Valverde; pero también jugadores insigne como Schâr, Borges, Lucas Pérez, Adrián López y Andone, entre otros.
El equipo blanquiazul se reencontrará este domingo (21 horas, Laliga TV Hypermotion) con el Tenerife que ahora entrena aquel técnico con el que comenzó a despeñarse por las ligas del fútbol español. En aquel maldito curso 2017-2018, con los coruñeses soñando a lo grande en Primera División, Pepe Mel fue despedido el 24 de octubre, en la novena jornada, después de haber sumado dos victorias, dos empates y cinco derrotas (la definitiva, en Riazor, ante el Girona de Bono, Maffeo, Aleix García y Portu). El último gol de la era Mel lo marcó Lucas Pérez, ausente este fin de semana por sanción. El Dépor era decimosexto, con 8 puntos, y estaba fuera del descenso (le llevaba 7 al Málaga, 5 al Alavés y 2 al Las Palmas).
Sin Mel, el Dépor fue a peor. Cristóbal Parralo ascendió desde el Fabril, pero solo duró hasta el 2 de febrero tras sumar 9 puntos de 39 (antepenúltimo, a 3 de la salvación); y Clarence Seedorf remató el descenso con un esperpéntico 12 de 48 (el Dépor terminó a 14 puntos de la permanencia). «Nunca pensé que terminaría así teniendo en cuenta los jugadores que teníamos. Fue feo, pero me hizo crecer. Algunos debieron pensar que me daba igual, que iba a volver tranquilamente al Real Madrid. Es una mancha imborrable», explicó Valverde, hoy, uno de los mejores centrocampistas del fútbol mundial.
«Es una alegría cuando uno se va de un trabajo y que esté aquí la gente que te ha rodeado, para mí ha sido un honor estar en el Dépor», explicó un elegante Mel en su despedida. «El Deportivo ha confeccionado un buen equipo y la responsabilidad es del entrenador. Estamos hablando de un plantel que no está en descenso, pero esperábamos más. El equipo debe estar en la línea del presupuesto que tiene y, si no ha sido así, significa que algo nosotros no hemos hecho bien», agregó con una sorprendente autocrítica, poco común en el fútbol. Y visto con la perspectiva del paso del tiempo, todavía sorprende aún más aquella reflexión. El equipo coruñés empeoró sin él: descendió esa temporada a Segunda; al curso siguiente se estrelló en Mallorca en aquella fatídica promoción que estaba ganada; dos después perdió su plaza en el fútbol profesional y vagó fuera de él durante cuatro campañas. Siete largos años, de Mel en peor.
«He ido durante muchos años de mi vida de bombero»
«He ido durante muchos años de mi vida de bombero a muchos equipos». Esa fue la carta de presentación de José Mel Pérez (Madrid, 1963) tras su sorprendente llegada hace solo unos meses al entonces desahuciado Almería, colista de Primera DIvisión. Tenía delante de sí una misión imposible, pero cumplió con creces su cometido (11 puntos en 10 partidos, una media que a su equipo le hubiera permitido competir la permanencia de haberla trasladado a las 38 jornadas).
Porque Pepe Mel es eso. Un apagafuegos profesional que se ha caracterizado por coger barcos a la deriva como lo es ahora el Tenerife, colista del Tenerife con 11 puntos en 17 fechas. El madrileño cogió el testigo de Óscar Cano, con una situación institucional compleja, el 22 de septiembre. Con él ha sumado 10 de esos puntos. En estos dos meses y medio le ha dado tiempo a renovar hasta el 2026, pero también a estar ahora en el alambre, con rumores de despido si no le gana el domingo al Dépor. «¿Temer por mi futuro? Cero. Eso no me preocupa. La gente que manda tomará las decisiones que crean oportunas. Yo me centro en preparar el partido, que es lo que depende de mí», decía hace una semana.
Pepe está curtido en este tipo de situaciones. Desde que en el año 2000 cogió al Real Murcia, ha entrenado todas las temporadas. No se ha perdido ninguna. O de inicio, o subiéndose al caballo a mitad del río. Y en estas 25 temporadas ha dirigido siempre proyectos del fútbol profesional salvo un pequeño lapsus de dos años en los que bajó al barro de la Segunda División B para acudir al rescate de su querido Rayo Vallecano (al que ascendió en el 2008 y consolidó en la categoría de plata). Con 836 partidos a sus espaldas, nada enturbia su paciencia.