La jerarquía de alguien de la casa en el Dépor

Carlos Brizzola

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

25 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El domingo, casi todos salimos de Riazor con la sensación de que el Deportivo había sido mejor que el Huesca durante gran parte del encuentro; que había tenido más posesión en campo contrario y muchas más situaciones de gol. Especialmente, a través de Yeremay. Sin embargo, esta sensación se comparte con la de que al equipo, además de faltarle definición y criterio en los últimos metros, también le faltó un cambio que alterara el escenario en el tramo decisivo. No se sometió al rival al acoso propio de quien fue superior y precisa ganar.

Está lo que explicó Óscar Gilsanz en sala de prensa, señalando la capacidad del adversario para contraatacar. Aclaró que confiaba en aquellos que estaban ya sobre el campo, que estaban rindiendo bien. Sin embargo, se echó de menos esa variación táctica que permitiera poblar el área rival. Encontrar la manera de alterar el marcador. El Huesca tuvo incluso sus ocasiones y Helton Leite volvió a estar magnífico defendiendo la portería.

Cuando Barbero apareció en la banda, imaginé que quizá sería Diego Villares el sacrificado, apostando por dos puntas. Algo similar a lo que sucedió en el descuento, retrasando a Mario Soriano al centro del campo. La decisión de reemplazar a Zakaria fue recibida con algunos silbidos desde la grada, pero es en el banquillo donde se manejan todos los detalles.

Me sorprendieron más los tres cambios en el 90, que sí supusieron una modificación táctica, en una situación mucho más delicada para que surtiera efecto, por falta de tiempo. Lo que se transmite ahí es cierta falta de confianza en relación a los recursos disponibles en el banquillo.

Dani Barcia pasó a ejercer de capitán, completando su buen partido en la vuelta a la titularidad. Durante la lesión y proceso de recuperación del canterano, Pablo Martínez había rendido muy bien y en los partidos más recientes fue Pablo Vázquez quien no estuvo a su nivel de costumbre.

Barcia tiene calidad suficiente para convertirse en habitual y, efectivamente, hay central para años, como auguró Gilsanz tras la renovación. Solo se precisa que no pierda de vista el objetivo personal, que mantenga la cabeza bien amueblada y no baje el nivel. Aún le queda margen de mejora para consolidarse incluso en Primera con el Dépor.

Que recibiera el brazalete tiene su lógica, atendiendo no solo a su dote de mando desde una posición defensiva, sino al reconocimiento que supone a un jugador de amplio recorrido en la casa. A falta de Lucas Pérez, la jerarquía de alguien de aquí.