
La semana pasada les invitaba a reflexionar sobre lo que evoca en sus cabezas este rocoso Deportivo y, tras una semana de descanso mental, volvería a repetir mi opinión ofensivamente hablando: un equipo que depende demasiado de sus individualidades en campo contrario y que transmite demasiado poco con el balón.
Una de las claves es el déficit en zona de inicio, donde muchas veces el Deportivo es incapaz de superar a un equipo en presión y bien organizado en bloque alto, siendo Álvaro Cervera un experto en esas lides.
Óscar Gilsanz introdujo cambios en el dibujo 1-4-3-3 asimétrico con la entrada de Zakaria en lugar de Barbero y la de Mfulu por José Ángel Jurado, quizá huérfano de un jugador en línea defensiva capaz de saltar líneas de presión con pase o conducción.
Viendo las prestaciones de Pablo Vázquez en ese sentido, se antojaba ineludible la presencia de Rafa Obrador en el verde. La segunda parte comenzó demostrando que el Dépor debe de hacer llegar el balón a los que generan en campo contrario con más asiduidad, de ahí que el técnico betanceiro hiciese modificaciones en el minuto 55 con la entrada de Obrador y Diego Gómez en detrimento de Mfulu y Tosic.
Eché en falta ver a David Mella en la izquierda y a Yeremay en el carril central, donde realmente comenzaron con Gilsanz en sus etapas de juveniles y en donde, bajo mi humilde opinión, se encuentran más cómodos.
Sin embargo, no imperó la lógica y el cuadro deportivista siguió cediendo la iniciativa a un Tenerife en dinámica positiva que cercaba la portería de Helton Leite con más asiduidad, haciéndose merecedor de otro marcador.
Tan solo un arreón final provocado por un reivindicativo Hugo Rama hizo creer a Riazor en que el Dépor podía conseguir los tres puntos. Podríamos decir que el conjunto herculino se ha «estancado» en la comodidad que da ser un conjunto sólido (Helton mediante), sin modificaciones en los sistemas y nulos cambios en el plan de partido, exceptuando la primera parte en Miranda del Ebro. En definitiva, carente de recursos para desarbolar unas defensas rivales centradas en las ayudas hasta la extenuación contra nuestros extremos. Será tarde pero «mejorar es cambiar, ser perfecto es haber cambiado mucho», gracias Churchill.