Tras una desgraciada semana en la que se notificó la baja hasta final de temporada de uno de los jugadores diferenciales, David Mella, llegaba el Dépor a El Sardinero para enfrentarse a un proyecto cercano y comparable al del club blanquiazul, que ha crecido para estar peleando el ascenso directo en su tercera temporada después del ascenso.
Óscar Gilsanz introdujo cambios con la vuelta de Obrador, Jurado, Barbero y Diego Gómez en su 1-4-3-3 asimétrico. El partido comenzó con mal pie, a la salida de un córner el conjunto local se ponía por delante.
Los herculinos crecían en el encuentro a pinceladas, las que daban Yeremay, Soriano y Diego Gómez al asociarse, pero hemos de reconocer que a este equipo le falta construcción en su base, la misma que faltó al filo del descanso y provocó el 2-0.
Viene siendo habitual ver al equipo incapaz de dominar el carril central para hacer llegar el balón en ventaja en tres cuartos de campo rival, algo de lo que adolece y que, siendo sincero, es lo que marca la diferencia para aspirar a ese ascenso que el técnico betanceiro apuntaba como objetivo hace tres semanas.
Hemos de reconocer a Gilsanz el trabajo y la solidez que ha aportado al equipo, con un plan perfecto para sacarnos de una situación complicada e incluso soñando con acercarnos a los de arriba.
n busca de esa meta comentada por el técnico betanceiro, la propuesta ha de ser valiente, con la finalidad de generar más con balón, sin miedo al error y la más que posible introducción de cambios en las piezas del tablero.
He aquí la pregunta más importante: ¿no hay más posibilidades en la plantilla? Todos coincidimos en que es muy mejorable, pero bajo mi humilde opinión, existen variantes para hacer de este Dépor un equipo más atrevido, ofensivamente hablando.
Como prueba, los jugadores introducidos durante el partido y los 149 minutos que estuvimos sin ver un tiro a portería del equipo blanquiazul hasta la falta lanzada por Jurado hoy.
Toca mejorar (y cambiar)