Después de certificar la permanencia y con un Fabril en playoff de ascenso, pocas sorpresas se podían esperar más allá de la elástica que conmemoraba aquel título que nos hizo ser «1 de 9», como bien decía de manera reiterada Lucas. El Deportivo siguió fiel a su 1-4-3-3 asimétrico con la ausencia de Mella, dando entrada a Cristian Herrera por Yeremay, Mfulu por Genreau y Parreño en la portería: la baja de los dos principales generadores no auguraba muchas luces en el ataque. El cuadro de Gilsanz se fue del partido en el minuto 10, cuando un posible penalti sobre Villares acababa con el gol del conjunto granadino, que se jugaba entrar en las eliminatorias de ascenso.
Si ya de por sí el Dépor tiene carencias al generar con balón en ataque combinativo, la falta de los dos jugadores diferenciales en los perfiles hizo que fuese más plano todavía, sin continuidad en el juego, incompleto ofensivamente salvo por las aventuras de Obrador. Ojalá no pase, pero si los cantos de sirena hiciesen a nuestros dos canteranos dar el salto al fútbol de élite europeo, el entrenador y la dirección deportiva deben tomar asiento: bajo mi punto de vista se han tomado malas decisiones en la confección de la plantilla, pero considero que hay más dónde explotar al grupo. Prueba de ello fue el cambio a un 1-4-3-3 simétrico con la entrada de Patiño y Hugo Rama, prácticamente inadvertidos durante la temporada, que impulsó al equipo a pisar área contraria por primera vez en 60 minutos. Con el ascenso como objetivo prioritario, el trabajo ha de ser intenso y urgente. Ahora bien, no debemos equivocar el camino aprendido a día de hoy: lo de casa, primero; y lo que venga debe aportar el plus inherente al desembolso. Y tendrán esta pregunta: ¿Por qué esta afirmación? Porque los de casa han marcado la diferencia a pesar de la poca confianza que han tenido (hasta hace bien poco). ¡Sempre Forza Dépor!