Miguel Figueira, todo al Dépor

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Sorprendió a Fran cuando aceptó dar un giro a su carrera y entrenar al infantil del club en el que jugó y al que ahora ha llevado hasta la final a cuatro juvenil

27 may 2025 . Actualizado a las 22:27 h.

—Pero, ¿tú vas a querer entrenar un infantil?

—Yo voy a querer entrenar a un equipo del Dépor.

A Fran González le faltaba un técnico para redondear el puzle de la base en su segundo año al frente de la estructura de Abegondo. Cuando le llegó la recomendación, receló de que alguien acostumbrado a dirigir equipos sénior —había rozado por dos veces el ascenso a la tercera categoría del fútbol español— fuera a aceptar partir de tan abajo en la cantera blanquiazul. Pero Miguel Figueira, que pocos meses antes se había descolgado por motivos familiares de los candidatos al banquillo del Izarra, en Segunda B, no solo asumió feliz la tarea, sino que enseguida demostró ser lo que el emblemático capitán coruñés cataloga como «un perfecto hombre de club».

La definición recibe el visto bueno del consejero Carlos Ballesta, quien antes fue, entre otras muchas cosas, entrenador del Fabril. Allí coincidió con un centrocampista llegado un curso antes del Bergantiños para contribuir a ascender al filial de José Manuel Corral. «Cuando él se fue de segundo de Toshack, yo me puse al frente. Jugaba con tres centrales y Miguel nos encajaba: era fuerte, con un físico poderoso, apenas cometía errores y decidía bien». Así viajó el futbolista de Vimianzo al eje de la zaga desde la medular, donde siguió actuando en ocasiones porque, como apunta su antiguo míster, «también aportaba llegada y gol». Pasaron tres campañas juntos, en las que disputaron dos play off. En la siguiente, la 98-99, el jugador logró por fin subir a Segunda. Lo hizo en el Levante, eso sí.

«Se tuvo que ir porque en aquella época era complicado llegar al primer equipo. Pero siempre fue muy deportivista —sostiene Ballesta—. No me sorprendió verlo de vuelta, ni tampoco que lo hiciera como entrenador, aunque lo de que quisiera empezar en el infantil sí me llamó la atención. Eso demuestra cómo le caló este club y lo humilde y capacitado que está. Lo que ha hecho tiene un mérito enorme»,

Miguel Figueira ganó su segundo título de Liga Nacional con el juvenil B la temporada pasada
Miguel Figueira ganó su segundo título de Liga Nacional con el juvenil B la temporada pasada RCD

Lo que ha hecho, de momento, es llevar a la final a cuatro al juvenil de División de Honor. Mañana se medirá al Betis en El Toralín, buscando otro título que añadir a un nutrido palmarés. Por ahora, lleva dos campeonatos de Liga Nacional con el juvenil B.

Son los de las campañas 22-23 y 23-24. De la 21-22 le correspondería medio trofeo del infantil, porque lo dejó en enero para reemplazar tres peldaños más arriba a Alejandro Antón, reclutado por Borja Jiménez para completar su grupo de trabajo.

En cualquier caso, el gran índice de éxito en las etapas formativas pasa por ser, precisamente, la formación. A eso se refiere David Domínguez, autor de 22 dianas en el curso de su explosión. «Fue la mejor de mi carrera», apunta, señalando dos temporadas atrás. A Miguel lo había tenido ya en la anterior, cuando llegó, en enero, yo no solía ser titular, pero él confió en mí y a partir de eso, pude sobresalir».

El delantero, aún en la disciplina blanquiazul, dibuja un técnico que «sabía hacer que todo el mundo se sintiese parte del equipo y era muy claro al explicar qué pretendía de cada uno». En cuanto a propuesta, predicaba «la habitual en el Dépor, de presionar siempre muy arriba y salir con la pelota desde atrás, sin importar quién fuera el rival».

Miguel Figueira, en un partido de play off de ascenso a Segunda con el Fabril en Riazor
Miguel Figueira, en un partido de play off de ascenso a Segunda con el Fabril en Riazor

No precisó regresar a Abegondo para disparar su ambición. De completar los huecos entre el futbolista que se fue y el entrenador que volvió se encarga un histórico del fútbol coruñés. Santiago Brandariz se retiró el pasado verano en el San Tirso a los 44. Conoció a Miguel Figueira a los 32.

El de Vimianzo quería colgar las botas en casa, tras militar en el Castellón, el Girona, el Lugo (reencuentro con Ballesta), el Figueres o el Montañeros. Y lo hizo por todo lo alto en el Soneira: «Ganamos la Copa de la Costa, el título más importante que se puede ganar allí», presume Santi. En el duelo de ida de la final con el Castriz, ambos compartieron centro del campo. «Tuve que pedirle que me dejara algún balón a mí, al tío pesao», bromea. La vuelta se convirtió en una emotiva fiesta de despedida, tras la que Miguel cruzó la línea de cal: «Cogió al juvenil B del Monta y quedó como director deportivo en el Soneira, pero a mitad de año se fue el entrenador y en el club le pidieron que se pusiera él».

Volvieron a compartir vestuario en el Atlético Arteixo, al que el técnico ascendió a Preferente antes de su exitosa etapa en el Bergantiños, y en el que coincidieron de nuevo en el 2020. «Él ya era distinto, se notaba que había aprendido, aunque le seguía gustando el fútbol ofensivo y mantenía su punto fuerte: era un gran gestor de grupos». La pandemia contaminó aquella temporada y el míster llegó a replantearse su vocación. Entonces sonó el teléfono. Y era Fran. Y era su club.