Hidalgo desactivó a los locales con un fútbol directo en la primera mitad y resistió en la segunda hasta que pudo
27 sep 2025 . Actualizado a las 21:36 h.«Tenemos que conocer la realidad de esta liga, esa exigencia, ese ir siempre al límite yendo al detalle, sabiendo que cualquiera puede decidir. Hay que sufrir y estar unidos». Esa fue la arenga de Antonio Hidalgo en la previa del partido, sabedor de que no iba a ser fácil ganar en Ipurua. «Habrá momentos en los que tengamos que estar muy ajustados sin la pelota. Y a partir de ahí intentar desplegar nosotros también nuestras armas», avisaba.
No engañó a nadie el entrenador del equipo blanquiazul, que plasmó en Éibar un plan de bombardeo y trincheras con matices tácticos que nuevamente volvieron a sorprender al rival. El elegido para sustituir al ausente Mella fue Stoichkov, muy motivado por volver al campo donde fue más feliz. Y la novedad fue que lo hizo tirado a la banda derecha y no como segundo delantero, como podría presumirse sobre el papel. La defensa formó una línea de cuatro, con Soriano y Villares por delante; y Luismi Cruz trasladó su calidad al costado izquierdo; para darle libertad a Yeremay y a Mulattieri para que se movieran por todas partes.
Pero al margen del posicionamiento, el Deportivo sacó brillo en Ipurua al otro fútbol que tanto tiempo lleva sin verse por A Coruña. Sirva como dato que solo en los primeros quince minutos, el equipo de Hidalgo ya sumaba ocho balones largos, buscando siempre la brega tanto de Mulattieri como de Stoichkov. Los locales doblaban ya entonces en número de pases a los visitantes (152-80), pero el dominio de juego era del Dépor y también el del marcador. Porque no era solo el gol de penalti de Yeremay, también otras muchas llegadas peligrosas, con el canario ofreciendo un arranque de partido simplemente espectacular.
Al descanso eran ya 22 pases largos los que ilustraban la estadística del Deportivo. Hidalgo había tomado buena nota del partido disputado solo unos días antes en ese mismo escenario, cuando los eibarreses lucieron una presión alta con la castigó a la Real Sociedad B. Y eso lo evitó completamente el Dépor.
En la segunda mitad, el ejercicio ya fue completamente de resistencia. De estar unidos en la trinchera, como pronosticaba el propio entrenador en la previa, sobre todo después de que Yeremay perdonara el 0-2. El Deportivo acabó con tres centrales (Loureiro, Arnau y Barcia), dos laterales puros (Ximo y Quagliatta) y dos mediocentros posicionales (Patiño y Rubén). Siete jugadores defensivos con los que no pudo resistir hasta el final.
El Deportivo sigue sin perder. Sacó un punto de Éibar y demostró que es un equipo camaleónico, capaz de ganar de múltiples formas. Asociándose, pero también jugando directo. Corriendo a la contra y combinando. Luciéndose y sufriendo.