Con la recuperación de algunos efectivos diferenciales de cara a este fin de semana, llegaron modificaciones en la propuesta de Antonio Hidalgo para el Deportivo: 1-3-4-2-1 con balón, incrustando a un mediocentro entre centrales, Mella y Quagliata ocupando los perfiles, mucha movilidad por dentro juntando hasta cuatro jugadores y Zakaria nuevamente en punta. El dibujo defensivo variaba claramente, pasando Luismi Cruz al carril izquierdo con Quagliata ejerciendo casi de tercer central. No me gusta el concepto de modificar significativamente la posición del jugador en el repliegue y la vigilancia defensiva con respecto a la parte ofensiva, más allá del esfuerzo físico que ello supone.
El partido transcurría con imprecisiones por ambos bandos, muchos duelos y poca claridad en las zonas clave, sobre todo en un Dépor que no enlazaba continuidad en las posesiones ni encontraba a Luismi o Yeremay con ventaja. No obstante, en una buena jugada hilvanada por Mella y Soriano, los coruñeses se ponían por delante en el marcador. Poco más ofensivamente del equipo blanquiazul, precipitado en las transiciones y hundido en un bloque medio-bajo por los santanderinos, sobreviviendo gracias a un notable Germán Parreño, quien no pudo evitar el empate tras su enésimo esfuerzo.
Los segundos 45 minutos comenzaron con la entrada de Mulattieri al verde en detrimento de Zakaria, con poca trascendencia cuando el balón no está en la zona de finalización. Y aquí, hablando el otro día con un amigo de fútbol, recordábamos las palabras de Juan Román Riquelme para referirse a Martín Palermo: «Ya sabemos que fuera del área jugamos con 10, pero cuando está el balón en el área rival parece que jugamos con 12». Buen símil para definir la aportación del neerlandés al Deportivo.
También hubo cambio de dibujo, Gragera y posteriormente Noubi de tercer central en un 1-5-3-2 intentando dar solidez ante las embestidas cántabras, pero no cuajó y los locales le dieron la vuelta al marcador.
Reconociendo el carácter intervencionista de Hidalgo, durante un partido de esta índole creo que no se debe «hacer y deshacer» sistemas a los pocos minutos de haberlos modificado, llevando al partido y al equipo a un aparente caos, con tan solo un incansable Mella y Stoichkov generando peligro de manera individual. Plasmar tantas ideas en poco espacio de tiempo puede dar la sensación de más improvisación que trabajo.