Fernando Soriano dirigía al Almería de Ximo y José Ángel, salvado en Córdoba gracias a un gol en Ponferrada de Cristian Herrera, que había dejado el club en enero
14 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando Cristian Herrera firmó por el Girona, el último día del mercado invernal, había cumplido seis meses en los Juegos del Mediterráneo sin marcar ningún gol. En el conjunto catalán hizo cinco durante el medio año que faltaba para completar la 2015-2016. El último tuvo valor doble: coló en el play off de ascenso a su nuevo equipo y selló la permanencia del anterior. Desde entonces, Fernando Soriano le debe una al hoy delantero del Deportivo; porque fue el actual director de fútbol blanquiazul quien salvó del descenso al Almería como entrenador.
Dirigió a los andaluces en las cuatro jornadas decisivas de aquel curso, convertido en quinto técnico de un conjunto que había empezado la temporada bajo el mando de Sergi Barjuán. Entonces, Herrera integraba la plantilla junto al propio Soriano, que disputó 23 encuentros (once como titular) antes de cambiar de función en mayo. Como compañeros contaba además con José Ángel Jurado y Ximo Navarro; todos coinciden en A Coruña diez campañas después. Es probable, además, que todos, excepto el lesionado lateral derecho, viajen este fin de semana al Arcángel, el campo donde completó aquel Almería la fase regular, obteniendo el punto que evitaba bajar a Segunda B.
El choque estuvo lleno de referentes deportivistas. Porque en el banquillo local se sentaba José Luis Oltra (había abandonado Riazor en el 2013) y porque el tanto visitante lo hizo Quique González (en el 2019 se quedó a centímetros del ascenso, con el cabezazo de Pablo Marí). Por el anfitrión puso las tablas Raúl de Tomás.
Ximo fue titular, como en todos los partidos tras recuperarse de la rotura de cruzado que había sufrido al final del curso anterior. José Ángel saltó al campo en el 78 supliendo al nigeriano Azeez (el que luego pasó por el Lugo), cuando los rojiblancos jugaban en inferioridad por la expulsión del chileno Lolo Reyes y ya se registraban las tablas en el marcador.
Nadie puso demasiado interés en romperlas, porque en teoría les servían a unos y a otros para alcanzar sus objetivos. Sin embargo, los almerienses tuvieron que vivir el desenlace del encuentro muy pendientes del transistor. Su futuro también se dirimía en El Toralín. Allí, la Ponferradina recibía al Girona y visto lo que ocurría en Córdoba, estaba a un solo tanto de la salvación. Al menos, hasta que se alcanzó el 86. Cristian Herrera batió a Roberto Santamaría, condenando a los bercianos y desatando el delirio cientos de kilómetros más al sur.
Cientos de hinchas visitantes habían tomado las gradas del Arcángel confiados en que Soriano culminara la resurrección de una escuadra que estaba hundida cuando el zaragozano dejó de jugar y se puso a entrenar. Ya había vencido al Oviedo y al Mirandés en casa, y empatado en Llagostera. En el feudo verdiblanco cerraría la serie de cuatro citas sin caer. El registro le valió la renovación (sería destituido ocho meses más tarde).
«Sin ninguna duda ha sido uno de los momentos más difíciles de mi carrera profesional; porque yo quería ganar, pero no quería perder. Al final, ni ellos iban ni nosotros tampoco», declararía en sala de prensa. «Ya estábamos muy atentos a lo que pasaba en Ponferrada —confesaba ante los medios—. Que encima ha marcado Cristian, ¿no? Joder, Cristian, qué fenómeno». Compañero de viaje a aquel campo que tan bien se dio.