Darío Germil: «No tengo ningún problema en admitir que estoy feliz de estar en el Deportivo»

Iván Antelo A CORUÑA

CANTERA

CESAR QUIAN

Pasó por el Oroso, el Celta, el Compos y el Betis, al igual que Damián Canedo: «Mi historia con él, ni hecha a propósito»

31 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Darío Martínez Germil (Santiago, 2002) es posiblemente el fichaje llamado a marcar diferencias en este nuevo Fabril, que esta tarde (18.00 horas, Youtube RC Deportivo) debuta en Liga ante el Real Ávila, en Abegondo. Con pasado en el Celta y en el Compostela, defiende su condición de gallego y su ilusión por llegar a un club tan grande como es el Deportivo.

—¿Cómo fue su fichaje?

—Se dio todo en las últimas semanas de mercado. Hablando con el que era mi club (el Betis) veo que no iba a disponer de los minutos que quisiera. Es una categoría más, ellos también han hecho fichajes y me quedé sin sitio. Yo ya había tenido contactos con el Deportivo y no me lo pensé mucho. Es un equipo que conozco y que lo tengo al lado de casa (Santiago). Soy consciente del tamaño de club al que vengo, porque igual la gente de fuera no se da cuenta de todo lo que puede llegar a mover el Deportivo. Yo sí conocía todo eso y no me lo pensé demasiado. Se gestionó todo muy rápido por las dos partes y estoy muy feliz de que así haya sido.

—Vienen dos del Betis. Damián Canedo también firmó.

—Sí, mi historia con Damián parece hecha a propósito. No nos lleva el mismo agente ni tenemos nada en común, más allá de ser los dos de Santiago. Pero ya es el quinto equipo en el que coincido con él (antes fueron el Oroso, el Celta, el Compostela y el Betis). Por unas cosas o por otras siempre parece que vamos de la mano y que nuestros destinos están ligados. Espero que nos vaya muy bien a los dos en el Fabril. En los tres últimos años, fichamos en el Compostela, luego fuimos juntos al Betis y ahora aquí. Cuando supe que Damián también se venía para mí fue una alegría. Lo conozco desde hace muchos años, sé como trabaja, es un chaval fantástico y siempre es un placer compartir vestuario con él.

—¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?

—Desde siempre me gustó la pelotita. Desde que era muy muy pequeñito. Con cinco años o así, después de insistir mucho a mis padres, me metieron en un equipo de fútbol sala que entrenaba en mi colegio, el San Marcos. Cuando ya me apetecía más el fútbol campo, miraron dónde podía aprender más y me llevaron al Oroso, que de aquella era un equipo muy joven y que iban a empezar con benjamines. Fui para allí y estuve con ellos hasta el último año de juveniles. Hice muy buenos amigos, aprendí mucho y tengo grandes recuerdos de mi estancia allí. Cuando debuté con el Sigüeiro, en categoría sénior, ya empezó a rodar todo para intentar ser futbolista a un nivel más importante.

—El Oroso era un club conveniado del Celta.

—Sí. En el segundo año de juvenil, que también estaba jugando con el Sigüeiro en Preferente, me llevaban todos los miércoles a entrenar a Vigo en virtud a ese convenio. Pero tanto mis padres, como yo, teníamos claro que, antes de nada, tenía que acabar el Bachillerato estando en casa. Intentamos que no se nos fuera mucho de las menos el asunto del fútbol, porque lo primero son los estudios.

—¿Y fue así? ¿Qué estudia?

—Acabé el Bachillerato en Santiago y me metí en la Universidad de Vigo a estudiar una ingeniería, Organización Industrial; y al ir para Sevilla tuve que cambiarme de universidad y me pasé a una a distancia, que me permite un poco más de flexibilidad, sabiendo cómo es el fútbol. Así que al hacer el cambio de expediente me pasé a ADE, que está relacionado, pero que creo que me puede llegar a ser más útil.

—Acabó jugando en el Celta.

—Cuando acabé el Bachillerato, firmé en mi último año de juvenil con el Celta. Pero me rompí el cruzado nada más fichar y no jugué ni un solo minuto. Fue en la pretemporada, sin apenas haber entrenado nada… Me pasé ese año en blanco y no fue hasta el siguiente cuando debuté con el Gran Peña, que entonces era el tercer equipo. Me fue bastante bien, hice goles y conseguimos el ascenso a Tercera; lo que me permitió lograr una cesión en el Compostela en Segunda RFEF, para probarme en mi ciudad. También fue muy bien, fue un año muy bonito y futbolísticamente me encontré muy a gusto.

—¿Recibió muchas bromas de sus excompañeros en el Celta por haber fichado en el Deportivo?

—Algún vacile me ha caído, también de mis amigos. Al final, yo soy gallego, soy de Santiago, y es normal tener a gente a tu alrededor que es del Celta, del Deportivo o del Compos. Es lógico que hagan bromas, pero al final todos entienden que esto es fútbol y que yo tengo que buscar lo que es mejor para mí. Al final, estoy en un equipo gallego, del tamaño del Deportivo, y con las relaciones familiares que me unen también a este club. Hay gente en mi familia que no puede ser más feliz por verme de blanquiazul. Así que… Es verdad que hubo algún vacile por mi pasado celeste, pero, por otra parte, mi fichaje le hizo mucha ilusión a otra gente que está a mi lado.

—No es el primero, ni será el último con pasado en el rival.

—Claro, no soy ningún bicho raro. Los dos son equipos gallegos y eso, para mí, está por encima de la rivalidad. Yo estoy muy contento y muy orgulloso de estar en el Deportivo; como también entiendo que lo pueda estar el que vaya al Celta tras haber jugado en las categorías inferiores del Dépor. Así que yo no tengo ningún problema en admitir que estoy feliz de estar aquí.

—¿Cómo recuerda sus visitas a Abegondo de pequeño para jugar con el Oroso?

—Siempre tenía la sensación de decir: «Dios, aquí se juega al fútbol de verdad. Esto es fútbol profesional». Así que iba con la ilusión de haber si podía ver a alguien del primer equipo. Veía esas instalaciones, tantos campos… Cuando eres un chaval y juegas en un equipo más pequeño, todo eso, te impresiona mucho. Ahora, al vivirlo desde dentro, ya como jugador del Deportivo, me trae recuerdos muy bonitos de aquella época.