Irene Ferreras: «Tengo un año más de contrato y quiero seguir en el Dépor, siempre he sido muy feliz aquí»

DÉPOR FEMENINO

CESAR QUIAN

«Este equipo necesitaba volver a Primera, es muy admirado en el fútbol femenino. Aquí se ve un salto de calidad respecto a otros equipos», analiza la entrenadora

02 may 2024 . Actualizado a las 21:07 h.

«Soy muy de energías. Más que supersticiosa, soy de que la vida te manda mensajes. El ascenso contra el Cacereño, que fue un equipo contra el que sufrimos muchísimo la temporada pasada, es una de estas justicias poéticas. No solo fueron las derrotas, sino en momentos complicados de la temporada». Irene Ferreras (Madrid, 1989) llegó con el objetivo de ascender al equipo en dos años. Ahora ha cerrado el círculo.

 —¿Qué balance hace del año?

—La temporada ha sido muy buena, no es habitual tener un equipo con tan buenos resultados. La primera vuelta fue muy buena, aunque es verdad que el último tramo antes de conseguir el ascenso parece que a la gente le entraron dudas. A nivel interno el equipo estaba muy tranquilo. Tuvimos tres partidos, el primera contra el Barcelona B, en el que no estuvimos muy bien, y nos hicieron mucho daño. No estuvimos al nivel. Después conseguimos dos empates en los que sí vi bien al equipo. Fueron más bien pequeños detalles en momentos puntuales los que no nos permitieron sumar de tres. Quizá en ese momento de la temporada, como entrenadora, es donde disfrutas más. Es donde te mides. Es fácil ser entrenadora cuando todo va bien y te halaga. Lo importante es saber agarrarte a tus ideas y tu proceso cuando hay runrún a tu alrededor. Dentro de lo que cabe, ha sido una temporada tranquila en cuanto a resultados. Cumplimos en los objetivos que nos habíamos marcado, nunca nos vimos en una situación difícil. Al final se dio de la mejor manera, nos sobró una jornada. Eso no quita también que le demos mucho valor a que esta campaña haya sido dura, muy dura.

—¿Cuáles considera que han sido las claves de este éxito?

—La continuidad en las jugadoras y en las ideas. Se ha tenido paciencia para dejar trabajar y se ha depositado confianza en lo que se hace. También ayudó conocer la categoría. El año tuvimos experiencias que dejaron huellas desagradables en ese momento, pero este año las hemos aprovechado positivamente. Íbamos a todos los campos sabiendo qué necesitábamos hacer, hemos sabido sufrir mejor y no caernos anímicamente cuando no jugábamos como queríamos. Desde la experiencia, el equipo sabía qué tocaba hacer este año. Siempre digo que el fútbol es un poco engañoso a veces. Se necesita que los pequeños se pongan a tu favor más veces que en contra.

—A principio de temporada me comentaba que veía al equipo mucho más maduro respecto al año pasado.

—Tenía una sensación de control tanto del contexto como del equipo, lo que me ha generado durante la temporada mucha seguridad. Como digo, en el fútbol hay mil factores en juego que te hacen variar el resultado, pero sí me daba esa sensación el equipo. Y a ellas les ha pasado lo mismo. Desde ese punto hemos ido a competir. Además, casi todos los partidos este curso han sido con resultados muy ajustados. El fruto del trabajo de estos meses, y de la temporada pasada, se ha visto reflejado en que hemos sabido ganar el partido por un gol a favor y que no pasaba nada, que el equipo sabe defender y ser sólido.

—¿Qué sintió el equipo al jugar el último partido en Riazor?

—Creo que otro factor es que este año ya habíamos tenido experiencias previas en el estadio y que, relativamente, habían sido buenas. Tanto en el número de espectadores como a nivel de rendimiento, aunque sí que es verdad que se nos escapa la victoria ante el Europa. En ese partido noté al equipo nervioso, pero no lo achacamos al campo, sino al momento de la temporada. Era una sensación de que, si ganábamos, lo teníamos muy cerca. El equipo hizo méritos para ganar el partido. En cambio, ante el Cacereño, la sensación era desde el principio que todo iba a salir bien. Conozco a las jugadoras desde hace dos años y se vio que estaban empoderadas en el campo. Para muchas de nosotras era una sensación nueva ver a tanta gente allí, pero no fue contraproducente. No pensábamos en hacerlo bien porque había gente viéndonos, sino que estábamos todos allí para ganar ese partido. Fue un cóctel de todas las cosas que tú hubieras puesto para el día del ascenso: vivirlo en Riazor, con mucha gente, jugando bien, y con un resultado que nos permitió estar tranquilas en la segunda parte. Fue inolvidable. Un ascenso siempre lo es, pero tuvimos mucha suerte con cómo se dio todo.

—¿Cambió la charla antes del encuentro?

—Intenté darle normalidad. Cuando hay momentos importantes uno tiene que hacer las cosas que domina. Rebajé un poco el tema táctico, porque el equipo sabía lo que tenía que hacer. Me focalicé en que todas las jugadoras, tanto las que lo vivieron desde dentro del campo como desde fuera, se dieran el lujo de disfrutarlo y sin la responsabilidad de tener que hacerlo bien. Quería que lo vivieran como algo que se debían después de muchos años picando piedra en circunstancias precarias. Se merecían vivir algo así después de todo el camino recorrido. El equipo salió con ganas de disfrutar. Hemos hecho feliz a mucha gente.

—Ahora sentirá una liberación.

—Totalmente. A nivel personal sí que lo he pensado mucho. Hay una doble vertiente, la que llevas tú en tu vida y otra a nivel profesional, donde los entrenadores y entrenadoras nos vamos peleando y apostando muchas cosas en proyectos donde pones toda tu alma y energía. Durante este camino se me han pasado preguntas por la cabeza como: «¿Acerté viniendo?», «¿Decidí bien?» o «¿Esto será para mí?». Es algo con lo que tú lidias en tu día a día. En general, esta experiencia me ha hecho crecer muchísimo. El objetivo que me marcaron fue ascender en dos temporadas, y sentía que íbamos por buen camino en todo momento. Se pudo dar, pero soy consciente de que en el fútbol muchas veces las cosas que uno merece, o que cree que merece, no se dan. También he intentado ser consciente de estar presente en el día a día, no dejarlo todo pendiente de ese cara o cruz final. En el fútbol todo se mide por si se consigue o si no, en si es bueno o malo. Como eso lo va a hacer todo el mundo, he tratado de intentar quedarme con todo lo que me estaba aportando esta experiencia. La otra parte era mi responsabilidad con el club y la historia de este equipo. Necesitaba volver a Primera, es muy admirado en el fútbol femenino. Aquí vivimos en un contexto donde se están haciendo bien las cosas, con cierta inversión y cuidados. Se ve un salto de calidad respecto a otros equipos.

—Y acertó viniendo.

—Sí, y lo más bonito es que podía responder a esa pregunta hace meses. Intento que mi sensación de satisfacción no se base solo en la consecución de ese objetivo tangible, que sé que es el que mide nuestro trabajo. Pero también tengo que ser consciente de que hay más cosas y que no está todo en tu mano. Siempre digo que este trabajo es un poco un terrorista emocional, porque siempre estás sometida a estímulos en los que si no estás estable emocionalmente te puede jugar malas pasadas. Siempre he estado feliz aquí y siempre me he podido contestar: «Pues sí, merece la pena estar aquí y todo el esfuerzo que estás invirtiendo». Creo mucho en mi trabajo y en lo que hago. Cuando te alineas con todo eso sientes que estás siendo tú y que estás haciendo lo que realmente quieres. Y eso es muy bonito. De eso no se vive, pero si lo tienes, estás más cerca de que te salgan las cosas, siempre y cuando sea razonable. Pedirle el ascenso a este equipo era algo razonable.

—En su contrato hay una cláusula en la que, en caso de ascenso, se le renovaba un año más. ¿Ha hablado ya con el club?

—No he hablado con nadie, pero el club conoce mi postura. Quiero seguir en el Dépor, tengo un año más de contrato y mi idea es continuar. A partir de ahí, entiendo que habrá que hablar de muchas cosas respecto al proyecto. Todavía no hemos tenido la tranquilidad de sentarnos a hablar, pero doy por hecho que voy a estar aquí. Hasta que no me digan lo contrario, eso es en lo que pienso.