Mauro Silva: «Jamás me atreví a hablar de la final con Zidane o Figo, por respeto»
HEMEROTECA
Con motivo del décimo aniversario del Centenariazo, La Voz revivió con Mauro Silva la histórica noche del deportivismo
06 mar 2017 . Actualizado a las 17:08 h.[Esta entrevista se publicó originalmente en un suplemento especial de La Voz de Galicia con motivo del décimo aniversario del Centenariazo]
«Djalma venía de comprobar el ambiente en el campo. Entró en el vestuario y me dijo: 'Está toda A Coruña ahí fuera'. Ya no había duda. Era un partido para olvidarse de todo y disfrutarlo». Mauro Silva fue uno de los protagonistas del Centenariazo. Diez años después recuerda la toma del Bernabéu como el resultado de una ecuación: talento más confianza, igual a victoria. «Ganamos la final porque siempre creímos en el triunfo», sostiene. En esta entrevista, el centrocampista brasileño repasa los goles, las sensaciones, los momentos más delicados y hasta la famosa tangana de un partido en el que el Dépor «le sacó el balón al Madrid en su campo».
-Aquella tarde del año 2002 no salió usted al campo para ver el ambiente antes del calentamiento. ¿Por qué motivo?
-Casi nunca lo hacía, no me gustaba y me quedaba siempre dentro. Pero enseguida vino Djalma a darme el parte. «Está toda A Coruña ahí fuera», dijo. El escenario y la entidad del rival motivaron mucho al Dépor, pero la presencia de tantos aficionados fue parte del triunfo. Además, Fran estuvo muy listo en la elección de campo.
-¿En qué sentido?
-No pidió saque para que Molina tuviese el respaldo de los hinchas en la segunda parte. José jugó muy arropado en los peores momentos, porque cuando el Real Madrid marcó el 1-2 quedaba mucho tiempo por delante y nos metieron una presión enorme. Piense que fue una final en campo contrario y en un estadio complicadísimo para nosotros. Un partido muy tenso con una clave prioritaria: salir muy enchufados.
-¿Fue lo que les pidió Irureta?
-Sí, nos habló con mucha contundencia: «Si no salimos enchufados desde el principio no tenemos nada que hacer aquí». Así de claro. Pienso que el Madrid no esperaba un rival tan metido. Les sorprendimos porque salimos con mucha agresividad, como si nos fuera la vida en ello, y por eso marcamos pronto el primer gol.
-Un balón que recupera usted de cabeza.
-Y que marca Sergio después de un gran regate a Hierro. Nos dio mucha confianza. Pero lo primero que pensé es en el tiempo que quedaba por delante.
-¿Y se sintió más relajado después del gol de Tristán?
-Una gran jugada de Valerón, que hizo un partido impresionante por visión de juego y habilidad. Pero tampoco era suficiente. Por experiencia, solo festejo cuando el árbitro pita el final, y cuanto más favorable es el resultado, más me preocupo. De hecho, cuando Valerón pudo sentenciar con el 0-3, la idea que me vino a la cabeza fue que sería tristísimo dejar escapar la victoria. Toda mi obsesión era que nadie bajase la guardia.
-¿Qué les dijo el técnico durante el descanso?
-Irureta manejó bien la psicología. Nos dijo: «Habéis hecho un primer tiempo magnífico, pero lo más duro está por llegar». Y así fue. Pensar en conservar la ventaja en el Bernabéu con 45 minutos por delante era casi un suicidio, así que la consigna fue que mantuviésemos las líneas arriba, y aunque habíamos hecho un gran esfuerzo, había que volver a intentar irse para delante. Solo que el Madrid se puso 1-2 en el minuto 12, y eso es mucho tiempo para defender un gol en ese estadio.
-¿Qué pensó en ese momento?
-Fue inevitable pensar en lo peor, que se nos podía ir el partido. Por suerte fuimos capaces de mantener la atención hasta el final. El gol es un fallo defensivo en una zona en que parece que no hay peligro. Y sin embargo, marcan. Ahí se ve la entidad del rival.
-¿Por qué cree que se ganó aquella final de Copa?
-Por talento y, sobre todo, por convicción. En aquel equipo había tal calidad que creíamos firmemente que podíamos ganar todos los partidos. Por eso hicimos historia. Si dudas, no ganas, y nosotros no teníamos dudas de nuestra capacidad. La convicción es la clave, y estoy seguro de que gané títulos con el Dépor, el Bragantino y la selección de Brasil porque siempre creí que los podía ganar. Si no pones el punto de mira en lo más alto no hay nada que hacer. La gente que logra cosas es la que lucha y trabaja, pero sobre todo la que cree, la que está convencida. Y eso es lo que ocurría en aquel Deportivo. En el Bernabéu sufrimos mucho, como con todo lo importante en la vida, pero logramos un hito histórico frente a un rival con jugadores formidables.
-Con Zidane como pareja de baile. ¿Cómo lo controlaron?
-El Dépor marcaba en zona. Le hicimos un marcaje mixto que llamábamos individual en la zona. Cuando entraba en la mía, lo cogía yo. Sergio hacía lo mismo en la suya. También defendíamos así a Figo cuando se metía hacia dentro y a Raúl, cuando Naybet nos avisaba de que bajaba al centro del campo. Intentamos presionar mucho para que esos futbolistas no tuviesen el balón, que lo manejasen otros. La intención era minar así la confianza de Zidane, hacer que no se sintiera bien en el campo. Marcar de esta forma es difícil, hay que estar muy atento, pero el Dépor le sacó el balón al Madrid en su campo. Corrían tras él y no lo recuperaban.
-¿Habló alguna vez con Zidane o con Figo de aquella final?
-Después de aquello coincidí muchas veces con los dos. Con Zidane, incluso en partidos benéficos. Lo admiro mucho como futbolista y como persona. Nunca hablamos de eso, me parecía poco delicado; supongo que no son recuerdos agradables. Es más, sé que fue un momento durísimo. No, jamás me atreví a hablar de la final con Zidane o Figo, por respeto.
-La Voz de Galicia lo destacó a usted como el mejor del equipo, ¿fue su gran partido?
-Fue muy completo y sé que me salió bien. No sé si el mejor. Pero no me gustaría pecar de vanidoso porque fue un encuentro memorable de Valerón, Fran, Víctor... de todo el equipo.
-¿Se disfruta en un duelo así?
-Mucho, porque la tensión es enorme y no te permite fallar. Esos partidos los gana el que falla menos. Yo disfrutaba mucho de esos duelos desde el túnel de vestuarios. Me gustaba esa intensidad y la echo de menos.
-¿Cree que al Madrid le perjudicaron los fastos del Centenario?
-Le contaré una anécdota. Antes del partido, Djalminha se cruzó con Flavio, que había sido compañero nuestro en el Dépor, y le dijo si quedábamos después del encuentro. Le respondió: «Perdona, Djalma, pero es que tenemos una fiesta». Y este le replicó: «¡Cómo! ¿Pero ya habéis ganado?». Flavio lo dijo con total inocencia, era lo que pensaban. Por mi parte, jamás me alegré por estropearles aquella fiesta; solo por nosotros. «Irureta nos dijo [en el descanso]: 'Un primer tiempo magnífico, pero lo más duro está por llegar'. Y así fue» «Había tal calidad que creíamos que podíamos ganar todos los partidos. Por eso hicimos historia» 18.02 20.03 Una de las mejores jugadas del Madrid en la primera parte la protagonizaron Raúl y Zidane en una conexión espectacular dentro del área. El madrileño cedió al francés, que disparó escorado y encontró una buena mano de Molina en el primer palo. El lateral izquierdo brasileño del Real Madrid Roberto Carlos consiguió sacarse un buen centro desde su banda, pero el balón se paseó por el área sin encontrar rematador. Morientes apenas entraba en juego.