Hoy se cumplen diecisiete años del debut del Deportivo en la Champions League, un histórico duelo en Atenas ante el Panathinaikos que decidió Naybet con un gol agónico en el tramo final del partido

Fabián Bouzas

Todo era nuevo en aquel viaje. Plantilla y técnicos pisaban territorio conocido pero en un contexto mayúsculo, inexplorado por su grandeza, en el que el Deportivo jamás se había medido hasta la fecha. El 13 de septiembre del año 2000 el club herculino disputaba su primer partido de la Champions League y lo hacía en Atenas, ante el Panathinaikos en una cita para la historia.

CESAR QUIAN

El Dépor vivía uno de los mejores momentos de su historia. Cuatro meses antes había levantado su primera y única Liga y ahora el reto se agrandaba a nivel continental. El conjunto herculino quedaba encuadrado en un grupo en el que estaban el Panathinaikos, el Hamburgo y la Juventus, en un formato de Champions League que, a diferencia de ahora, se jugaba con dos fases de grupos antes de encarar las eliminatorias de cuartos y semifinales.

Así, al Dépor le tocaba viajar a Grecia para medirse a los atenienses, con los que ya se habían visto las caras un años antes, en 1999, en la Copa de la Uefa. Muchos ya sabían lo que se encontrarían, pero el OAKA Spyros Louis, el Olímpico de Atenas, exhibió un ambiente infernal, donde más de 60.000 aficionados del Panathinaikos se dieron cita para recibir al Dépor.

CESAR QUIAN

Aquella noche Jabo Irureta formó con un once formado por Molina; Manuel Pablo, Naybet, Donato, Romero; Mauro Silva, Emerson, Víctor, Fran; Diego Tristán y Pandiani. Enfrente estaba un Panathinaikos con jugadores importantes; el eterno Nikopolidis bajo palos, Paulo Sousa y Karagounis en el centro del campo, el talentoso Lyberopoulos en la mediapunta y el ex del Valencia, Goran Vlaovic, en ataque.

Quizá superado por la presión, la animosa afición local o la dimensión de una cita histórica, aquella noche el Dépor distó mucho de disputar su mejor partido. El Panathinaikos fue superior desde el inicio, pese a ser un rival inferior técnicamente a aquel Dépor de Jabo, que contaba con ausencias notables para el debut.

CESAR QUIAN

El Dépor tuvo las dos primeras llegadas con peligro, con un incisivo Víctor Sánchez por la banda derecha, los herculinos tuvieron el 0-1 con un cabezazo de Diego Tristán que Nikopolidis detuvo junto a la cepa del poste. Sin embargo, el Panathinaikos golpeó primero lo hizo el polaco Warzycha a la media hora de juego, tras un pase de Paulo Sousa a la espalda de la defensa, el ariete ganó en velocidad a Manuel Pablo y definió en el mano a mano ante Molina. Precisamente el meta del Dépor tuvo una actuación primorosa, con varias paradas de nivel, especialmente una de ellas a Lyberopoulos en la primera parte, que mantuvo con vida al Dépor durante el partido: «El Dépor exhibió un fútbol burocrático, ideado para rellenar el expediente, sin grandes complicaciones», relataba La Voz en la crónica de aquel duelo.

La garra y empuje de Scaloni

En la segunda parte los de Irureta no mejoraron, pero sí tuvieron el mérito de mantenerse con vida pese a la espesura de su juego. El técnico dio entrada a Scaloni y Valerón en la segunda parte y los cambios mejoraron a un Dépor que demostró personalidad y acabó dominando en el tramo final del partido. En esos minutos finales fue clave la garra y presión de Scaloni, que ya tuvo el empate con un cabezazo que atajó Nikopolidis a bocajarro.

CESAR QUIAN

A ocho minutos del final, en una de esas jugadas que parecían condenadas a la nada, el argentino forzó un saque de banda del que nació un gol que ya es historia en el Dépor. Bastó un balón frontal buscando a Pandiani a la espalda de la defensa, el central Henriksen tocó de cabeza pero el balón aéreo bajaba sin dueño, Nikopolidis salió, tocó de puños pero no supo despejar, ahí apareció la inspiración de Pandiani para, sin ángulo y sin otro recurso para salir de la situación, recurrir a una chilena que se convirtió en un pase de la muerte. Junto al punto de penalti esperaba Naybet, un clásico en los ataques desesperados del Dépor buscando la épica en los últimos minutos.

Eso fue lo que encontró el central marroquí, que con un disparo mordido a puerta vacía inauguraba para el Dépor y sus aficionados la primera de las muchas alegrías que ofrecería la Champions League. Un gol, una carrera hasta el centro del campo y una celebración que se ha colado ya en los recuerdos de los deportivistas en su bautizo en la máxima competición continental, la verdadera puerta de entrada al olimpo del fútbol.