CONTRASTES
21 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.APARENTEMENTE, muy poco. No más que meras impresiones. Algo así como la huella de un sentimiento, de un estado de ánimo ante la naturaleza -que eso, al fin, el paisaje- . Además, dicho con un procedimiento plástico inusual, casi olvidado: el monotipo. Tal que si el lirismo íntimo aflorara, y el verso se hiciera cromático. Esto es la obra que M. Carmen Arenas, profesora de Historia del Arte en un instituto vigués, ofrece en la Casa da Cultura, ámbito que la Concejalía del ramo ha reservado para alumnos de Bellas Artes o relacionables que dediquen atención a la plástica. La huella del taco sobre el papel se asemeja a un grabado. Pero es otra su impronta. Como más fresca, grumosa y mórbida. Y siempre, con la sorpresa de que el autor ignore cuál va a ser el resultado exacto, porque en el monotipo, que, añadamos, es siempre obra única, no múltiple, nunca se sabe qué va a quedar al fin en el papel humedecido que recibe la impronta de los pigmentos, cuando el tórculo obliga con su presión intensa. M.Carmen Arenas nos da un paisajismo de pura primera intención. Insinúa bosques, frondas, jardines de olvidanza, que diría Juan Ramón Jiménez, de quien sin duda gusta. Pura evanescencia, Cual si todo se viera al través de un cristal empañado. Y sin embargo, los verdes brillan , y se aproximan al espectador y hasta lo avasallan. Como los ocres y los azules. Porque la artista, que suponemos novel, tiene un sentido nato del color, y sabe que con muy poco, sin referencias apenas, puede construirse un paisaje, que es no más que un estado del alma. Como una vibración íntima, sólo acariciable por la sensibilidad. Un nombre para el futuro de la pintura gallega.