La prensa donostiarra acusa al plantel de Lillo de dejarse perder ante el filial del Sevilla para perjudicar al presidente Iñaki Badiola, dispuesto a bajarles el sueldo
08 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.La Real Sociedad ha convertido su destino en un culebrón digno de los peores presagios. Desde el pasado 3 de enero, cuando el empresario vasco Iñaki Badiola tomaba las riendas del club, asociado con el chino Feng Bai Ye, la escuadra txuri-urdin ha iniciado un galimatías que deja contra las cuerdas a uno de los históricos del fútbol español.
Badiola prometió tras su nombramiento una fuerte inyección económica fruto de sus supuestos gananciales en los aeropuertos asiáticos a través de la empresa Sunrise. Incluso llegó a hablar de los miles de euros que ingresaría vendiendo camisetas blanquiazules en las terminales de Pekín o Shangai. Su ambición parecía no tener límites. En público hablaba del fichaje de Zigic mientras en privado soñaba con Riquelme y Saviola. Un proyecto que se disolvió como la espuma hasta dejar a los donostiarras en una de las crisis más graves de toda su historia.
La apertura del procedimiento concursal, el pasado verano, no ha contado con el beneplácito de la plantilla. Badiola contraatacó anunciando una carta en la que le pediría personalmente a sus futbolistas que se bajaran el sueldo. Alguno de los que cuentan con las fichas más altas, como Diego Rivas o Gerardo, accedieron voluntariamente. La mayoría, futbolistas criados al amparo de Zubieta, con salarios modestos no lo recibieron de buen grado.
La brecha en el seno del club se ha abierto más tras la pasada jornada liguera, en la que el equipo de Lillo cayó por 1-0 ante el filial sevillista. Un conocido periodista, Carlos Bengoa, redactor de Punto Radio en San Sebastián, ponía el dedo en la llaga al señalar que el plantel se relajó para hacerle la cama a Badiola. Una declaración que ha caído como una bomba en la capital vasca.
Desde O Grove, donde se encuentran concentrados los guipuzcoanos, Lillo ha mostrado su deseo de vencer al Celta para dejar en «anécdota» los rumores que se han extendido como la pólvora. El técnico considera una «excepción» el mal partido realizado ante el filial sevillista y entiende que sus jugadores no perdieron «la organización», ni hicieron «la guerra por su lado» y está convencido de que todavía habrá «más días como ese».
La plantilla, mientras tanto, guarda silencio. Sus pasos sobre el césped de Balaídos esta tarde se mirarán con lupa.