En las europeas de hace cinco años, la suma de votos de socialistas y nacionalistas en Vigo suponía un mayoritario 53,6% frente a un escaso 41% de los populares. El pasado domingo se mantiene la ventaja de la izquierda, pero ya por debajo de la mayoría absoluta sin llegar siquiera al 49%. El PP, por el contrario, se aproxima al 43%, con lo que la distancia que los separa se ha reducido de una tacada a la mitad.
Traducido a escaños, con los resultados de las europeas el PP llegaría a los 13 concejales frente a doce socialistas y dos del Bloque. Eso supondría repetir el esquema actual, ya que la corporación cuenta en estos momentos con 9 ediles del PSOE, 5 del BNG y 13 del PP.
En cualquier caso, el resultado supone una mejora sustancial de los resultados del PP, que reduce diferencias con sus oponentes de izquierda y revalida un primer puesto que ha perdido en muy contadas ocasiones. Cara a la batalla política que se avecina queda en evidencia que la alcaldía es en estos momentos cosa de dos, a diferencia del tripartidismo que imperó en el Concello hace algunos años.
A estas alturas muchos comienzan a olvidar que en 1999 Vigo eligió un alcalde socialista, Lois Pérez Castrillo, en el único momento en que el Bloque ha superado a los socialistas. Aquella vez lograron 8 ediles por 7 del PSOE, quedando el resto para el PP salvo uno del grupo independiente de Manuel Soto.
Desde ese momento el declive de los nacionalistas es constante. Aunque en el plano autonómico lograron el gobierno de la Xunta a estas alturas eso ya es historia y en el Concello bajaron a 7 concejales en 2003, lo que les permitió inicialmente mantener el gobierno con el PSOE, y en 2007 el descenso fue más acusado quedándose en cinco ediles. En función de los datos de ayer y de lo ocurrido el pasado uno de marzo, salvo cambios de tendencia las cosas no pintan bien para el Bloque en 2011.
En última instancia, el 29 de mayo de ese año los vigueses elegirán al alcalde entre dos opciones reales: Corina Porro, que para entonces acabará de dejar la presidencia de la Autoridad Portuaria, y Abel Caballero, quien intentará repetir un segundo mandato. Ocurra lo que ocurra uno de los dos fracasará en el envite y quedará tocado en su carrera política.
Si el perdedor es Caballero con toda seguridad será un punto de no retorno. Con 65 años para entonces y tras haber sido ministro hace ya dos décadas, perder la alcaldía implicará casi forzosamente su retirada de la vida política. Para Corina Porro, también con un dilatado historial, la derrota en su segundo intento también tendría consecuencias; en su caso, no obstante, con algunos años menos y el PP al alza pueden existir opciones.