Sí, ya son diez los años que lleva la Asociación contra el Cáncer de Vigo organizando la pasarela de lencería y baño para mujeres mastectomizadas. Lo que empezó de una forma tímida, sin saber qué respuesta tendría una iniciativa como esta, ha terminado por convertirse en una cita obligada en el calendario de la casa.
Desfilaron en aquella primera ocasión cuatro modelos, dos de ellas, haciendo gala de un extraordinario coraje, operadas de cáncer de mama. Las otras dos eran profesionales. Los aplausos del público (mayoritariamente femenino), dejaron claro el camino a seguir.
Por eso, desde entonces, sólo se suben a la pasarela del Círculo Mercantil mujeres que han pasado por tan duro trance y que, después de haberlo superado, quieren contar con su positiva actitud que la vida sigue y que no hay que renunciar a nada. Tampoco a la moda. De hecho, han sido mujeres como ellas las que han hecho ver a las firmas de corsetería que la mastectomía no está reñida con la belleza. «Somos muchas las potenciales compradoras, así es que han aprendido la lección», afirma una de las asistentes al desfile.
La top del optimismo más veterana es Conchi González, la única que ha participado en las diez ediciones. Junto a ella, ayer derrocharon glamur Mati García, Sandra Abeal, Lilia Avello, Milu Fuentes, Alejandra Moro, Encarna Millán, Berta Pérez y María Victoria Gutiérrez. Y, entre bambalinas, dos de las psicólogas de la Asociación, Begoña y Elisa. Esta última suma también tres trienios, en este caso siempre en el backstage.
Es ella la que me cuenta que se divierten tanto que ya hay lista de espera para participar el año que viene. Visto lo visto en los ensayos, doy fe de lo del divertimento. En esta ocasión, el hilo conductor de la primera parte del desfile fue la revista. Mientras sonaban canciones que hemos escuchado una y mil veces a Lina Morgan, Celia Gámez o Tania Doris, y tocadas con grandes plumones, las tops del optimismo lucieron lencería en colores vivos.
Pamelas, pareos y trajes de baño fueron los protagonistas de la segunda parte del desfile, dedicada a la moda de playa y piscina. La parte musical corrió a cargo de Santiago Piñel. El año que viene, más.
Cuando el pasado mes de abril el ex banquero fue investido en su Tui natal como cofrade de honor del Bo Xantar, prometió a sus compañeros de cofradía (de momento una decena) organizar una comida en A Mezquita, el municipio ourensano con vistas a Zamora y Portugal en el que ha fijado su segunda residencia. El pasado lunes cumplió la promesa.
En realidad, la cumplió a medias, ya que la comida no se celebró en su casa, sino en la de su amigo (y casero) Gabriel Caldelas. Y es que Conde le alquiló a éste la vivienda de A Merca con derecho a compra. La relación que mantienen casero e inquilino es tan estrecha que fue, junto con su primo Alfredo Conde, los único que asistió en Tui a la investidura del cofrade.
Según me cuenta mi garganta profunda, fue un encuentro más que agradable, al que también se sumó el alcalde del municipio, José Luis Santamarina, socialista para más señas. Con todo, fue María Pérez, la novia del ex banquero, la que suscitó mayor curiosidad por parte de los invitados (sobre todo de las invitadas). La cercanía y naturalidad de esta profesora de Derecho, que todo indica que más temprano que tarde volverá a hacer pasar a Mario por la vicaría, se ganó enseguida a la expedición tudense, capitaneada por Antonio Moledo.
Mientras daban buena cuenta de sendas empanadas de bacalao y bonito, seguidas de un exquisito asado de lechazo, hubo tiempo para hablar de lo divino y, sobre todo, de lo humano. De política, de economía, de Tui... Y de la posible boda. Mario optó por responder a la gallega. María, que todavía no tiene el título (de gallega, digo), exhibió una sonrisa como respuesta. Lo que sí confirmaron es que fue ella la que viajó a Tui para recoger hace unas semanas la partida de nacimiento de su pareja.
Si he de hacer caso al infiltrado que tan bien sabe poner la oreja (y merece mi confianza), lo del lunes no fue más que el principio de una hermosa amistad, que tendrá continuidad muy pronto en un nuevo encuentro, tal vez un poco más numeroso.