Motörhead

VIGO

24 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El concierto del año en Vigo será el de Motörhead en As Travesas. Suena raro, después de un cuidado cartel con Norah Jones, Patti Smith o Serrat cantando a Miguel Hernández. Pero que nadie dude de que el 3 de agosto, en el pabellón del Carmen, vamos a ver algo importante. En la última edición de Rock in Rio en Madrid, fueron los absolutos triunfadores, los únicos valorados en un ridículo festival, promocionado hasta la náusea y entregado al infantilismo musical. Hasta el público menos proclive a la música reconoció que la banda de Lemmy Kilmister era lo mejor que había pasado por Arganda del Rey.

Que nadie crea que hablamos de heavy metal. Motörhead es, como diría Mick Jagger, «solo rock and roll». Kilmister, a quien Yosi, el cantante de los ourensanos Los Suaves, imita hasta en los andares, se ve obligado a enfadarse en todas las entrevistas: «No tengo nada que ver con Judas Priest: nosotros sonamos como Chuck Berry». Y es cierto. Pocas etiquetas son tan injustas como la de meter en el saco del heavy a grandes músicos más herederos del rock de los 50 que de los delirios de guitarras afiladas, muñequera de pinchos y cabelleras cardadas que dio el metal de los 80.

Hace diez años, en el Xacobeo de 1999, nadie daba un duro por que Metallica, otra banda calificada de heavy, fuese el concierto de ese verano. Pero quienes estuvieron en Castrelos aquella noche no la olvidarán nunca. La descarga musical y la puesta en escena, propia del teatro de la crueldad de Artaud, fueron memorables.

Al día siguiente, diarios y televisiones recogían imágenes del grupo en la playa de Nerga o regalándose una mariscada en un chiringuito. Y los comentarios que acompañaban a las fotos eran psicodélicos. En el imaginario de una cierta clase de gañanes, dedicados o no al periodismo, está que bandas como esta, en su tiempo libre son incapaces de hacer lo que los demás. Metallica, tras el concierto, no tenía otra que estar en un parque consumiendo droga o en la cola de la metadona de Cedro. Verlos en la playa o comiendo en un furancho era poco menos que lisérgico. «Vean, vean a los blanditos rockeros haciendo la misma vida que los demás», parecía el tono.

Ahora llega Motörhead. Fueron barridos de Castrelos para entrar en As Travesas, a 30 euros. Perderemos la oportunidad de la didáctica: muchos que no conocen a la banda no tendrán la oportunidad de descubrirla, no será gratis.

Pero que nadie dude de que estará lleno. Vendrá público de Portugal, Asturias y la meseta. Mediáticamente no tendrán suerte -«son unos heavys»-, la cita del 3 de agosto también llenará nuestros hoteles y atraerá a Vigo a muchos turistas que gastan tanto, o más, que el que viene a Navalia, Conxemar o al Concurso Hípico. No se les dará ni la mitad de bombo. Pero alguno entenderá cuando comience a sonar Ace of Spades .