Ignacio Gago, dedicó parte de su vida a la defensa del río Miño y de las pesqueiras. Es un épico luchador que se esforzó cuando en los años setenta Fenosa amenazaba con construir un gran embalse en la zona.
Como presidente de la Cámara Agraria, asumió la labor de proteger el río frente a los intereses de Fenosa, y «ante a actitude escandalosamente cómplice do Concello», según apunta el propio Ignacio.
La primera medida que tomó la Cámara Agraria fue colgar en el balcón del edificio una pancarta de cuatro metros de largo expuesta durante meses en la que decía: «A Cámara Agraria e os labradores contra o Salto e os traidores». Además, fue él quien inició los trámites para declarar las pesqueiras como bienes de interés cultural.
Ignacio Gago señala que, a día de hoy, la mayor amenaza que puede tener el río en Arbo es la corporación municipal. Coincide con Rafael Gutiérrez en que la fiesta de la lamprea de Arbo no es más que un escaparate político, y que ha perdido todo el sentido popular con el que se originó. Además, rechaza rotundamente la idea de que el río esté muerto: «O río está vivo, que haxa menos pesca non implica que o Miño estea morto e que teñamos que dalo por perdido». Dice que esa idea la difunden quienes no tienen interés en que el río se conserve, y los que han perdido los valores.