El aparcamiento en doble fila, una batalla fracasada

Juan Manuel Fuentes Galán
Juanma Fuentes VIGO/LA VOZ.

VIGO

Multamóvil, vigilancia policial y un incremento del número de sanciones solo han logrado atenuar el problema

23 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El hoy concejal de Tráfico, Xulio Calviño, ocupó el mismo puesto en el segundo semestre del año 2003, durante la efímera etapa del alcalde Ventura Pérez Mariño. En aquella ocasión el edil socialista protagonizó una iniciativa novedosa y polémica, que pese a sus buenos resultados nunca más ha vuelto a repetirse.

En un intento de combatir la doble fila de aparcamiento decidió eliminarla de manera radical en la Gran Vía y alguna otra calle relevante. Para ello realizó un despliegue de agentes a fin de que evitaran el estacionamiento de manera preventiva.

La iniciativa estuvo en marcha unos pocos días, ya que la cifra de agentes que intervenía impedía alargarla en el tiempo. La conclusión general fue que había sido eficaz, pero que la situación volvería a la normalidad, esto es, que se recuperaría la doble fila en cuanto desaparecieran los policías. Y así fue.

Un par de años después el siguiente gobierno municipal también aportó su granito de arena en la lucha contra el aparcamiento en doble fila. En este caso el invento fue el multamóvil, un coche dotado de cámaras dedicado en exclusiva a este cometido.

El concejal Antonio Coello fue el responsable de la idea, que también generó un amplio debate ciudadano. En un primer momento su eficacia fue importante. Era aparecer el multamóvil por una calle para que desaparecieran los coches mal estacionados. Sin embargo, con el paso del tiempo las aguas volvieron a su cauce, con el nuevo sistema actuando y perviviendo el estacionamiento indebido.

Tampoco supuso un cambio sustancial que en el 2007 se pusiera en marcha un segundo multamóvil. Esta vez fue la contrapartida exigida a la empresa de la zona azul por la concesión municipal. Desde entonces funcionan los dos vehículos, aunque es mucho más raro ver al antiguo patrullando.

La tercera arma que ha utilizado el Concello para intentar minimizar los efectos de la doble fila son las sanciones. En los últimos años el sistema administrativo ha mejorado y, como contrapartida, la eficacia en la recaudación. Lo habitual ahora es que las multas se cobren, lo que ha incrementado su poder disuasorio.

Sin embargo, ni las multas ni el multamóvil han eliminado la doble fila, como tampoco ha podido erradicarla la nueva señalización vertical y horizontal colocada en algunas calles. Es el caso de la Travesía de Vigo, una avenida en la que los coches mal aparcados estrangulan el tráfico anulando uno de los carriles. La señalización colocada hace algo más de un año y la regulación de la carga y descarga han mejorado la situación, pero siempre de manera limitada.

En este contexto, lo que nunca falla es la aparición del multamóvil y de un pareja de agentes en moto. Mientras dura su recorrido lo habitual es que desaparezca... hasta que se marchan.