Carlos Mundy regresa a Vigo con una de espías

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

25 nov 2010 . Actualizado a las 04:10 h.

Escritor, productor cinematográfico, viajero impenitente, tibetano de adopción, representante de modelos, jinete..., la lista de ocupaciones de Carlos Mundy es interminable pero, según cuenta, lejos de sentirse emborrachado con semejante cóctel, el agite le sirve de estímulo. «Sería incapaz de vivir una vida rutinaria», afirma.

Precisamente por abarcar tantas facetas, sus amigos le definen como hombre del renacimiento. Le pido que me cuente cómo lo hace: «Soy escritor por pasión, productor cinematográfico por fascinación, viajero impenitente por curiosidad, tibetano de adopción por solidaridad, representante por estética y jinete por amor a la naturaleza». Y se queda tan ancho.

Han sido muchas las veces que Carlos ha visitado Vigo, la mayoría de ellas para participar en «el magnífico concurso de saltos internacional que organizan mis amigos Manuel y Charo Fernández», así es que nos conoce bien. Ha navegado por nuestra costa, le encanta nuestro marisco y cree que la Naturaleza de la ría, de las Cíes, «es única en el mundo».

Hoy regresa Carlos. Lo hace con una historia de espías, La posada del tucán, su último libro (librería Versus, calle Venezuela, 20 horas). Y es que para que no le falte un ingrediente en un vasto currículo, su padre fue espía. «Cuando me enteré me quedé atónito». Fue en la Navidad del 92. Inició entonces una cruzada para convencerle de que escribiera sus memorias, pero no hubo manera. Falleció en 2001 llevándose la mayoría de los secretos a la tumba.

A raíz de su muerte, Carlos se encontró entre sus papeles unas notas que había titulado Primeros recuerdos, y una lista de fechas y nombres. De ese hilo fue del que tiró para coser La posada del tucán. Para proteger a los descendientes de las personas que figuraban en la lista ha cambiado los nombres y ha echado mano de algunos recursos literarios para hacer la historia más entretenida, «pero el trasfondo histórico es cierto al 100%».

Sobre si hay más glamur en el mundo de los espías que en el de las modelos, otro de los palos que toca con maestría, dice que en la época en la que transcurre la novela (finales de los 40, principios de los 50) la vida de los espías tenía mucho glamur. «Antes de la II Guerra Mundial la alta sociedad era muy exquisita. Hoy se puede pensar que las modelos llevan vidas glamurosas porque van a fiestas magníficas, pero la realidad es que la mayoría llevan vidas muy normales». Y cree que el mundo del espionaje de hoy es todo menos glamuroso. «Son simples funcionarios», asegura.

Si él dice lo que dice sobre las top será verdad, porque representa a algunas de las mejores: Karolina Kurkova, Charisse Verhaert (novia de Julio José Iglesias), Marisa Berenson, Ekaterina Bose, Vaitiare... ¿Y a Eva Sannum? «Es cierto que traje a Eva a España», reconoce. Lo que niega es que fuera él el que se la presentó al Príncipe Felipe. «Lo hicieron amigos comunes y, como se ha demostrado por su discreción, es una persona excepcional».

Lo cierto es que muchos pagarían por tener acceso a la agenda de Carlos Mundy. En los eventos que organiza es capaz de reunir a los nombres propios más vips entre los vips. Lo cual no le impide cambiar el chip cuando se lo pide el cuerpo y ponerse espiritual: «El glamur es algo superficial; aprecio y me gustan las cosas bellas y exquisitas, pero me importa mucho más cultivar mi alma», dice.

Como buen apasionado del Tíbet, en ese cultivo participa con frecuencia el Dalái Lama, con el que mantiene algunos encuentros. «No soy religioso, pero sí espiritual», dice. Y dice también que siente «un rechazo muy fuerte contra los actuales dirigentes chinos por el genocidio que están cometiendo en el Tíbet y contra la nación Ughyer». Lo dicho, un hombre todoterreno.

Fue en la casa marinera de los Magaz (Puesto Piloto). Resultó inenarrable. Es decir, que no se puede narrar, al menos una parte. Lo que sí contaré es que la cita coincidió con la apertura de la veda del centollo y que, además de con los anfitriones (José y Suso), tuve ocasión de compartir mesa con profesionales del mundo de la hostelería y la alimentación de esos que, sin hacer ruido, van poniendo el nombre de Galicia en el mapa del mundo.

Es el caso de Alfonso Rey, uno de los hombres que más saben sobre vacuno, que ofreció una clase magistral sobre el punto de las carnes. O de José Antonio Vázquez (Maselga), cuyas máquinas de café representan la salvación de la jornada para tantos curritos de toda España; O de Sofía Prieto, que nos dejó a todos boquiabiertos cuando nos preparó sus cafés de diseño. Luego, claro, supimos que es la campeona gallega de baristas y la campeona de España de cata de café. Lo dicho, no hay que ir muy lejos para encontrar profesionales de sobresaliente.

Los achaques de sus 95 años mantienen al decano de los fotógrafos vigueses prácticamente recluido en casa, pero ayer era un día muy especial. Y emocionante. Se presentaba un libro en el que es protagonista por partida doble. Gerardo González Martín, el autor, cuenta su vida (y la de su padre y su abuelo, también fotógrafos) y suyas son buena parte de las fotos que aparecen en la publicación. Lo dicho, no podía faltar. Sus muchos amigos se lo agradecieron.