«En media hora puedo vender 10.000 kilos de palometa»

Xulio Vázquez VIGO / LA VOZ

VIGO

Si le aceptan al primer precio, revela, es que ha vendido barato

19 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Lleva puesta una gorra y en una mano sostiene un megáfono portátil. Lo acerca tanto a su boca como Leonard Cohen cuando coge un micrófono. También tiene una voz muy personal y profunda. La usa sin estridencias ni titubeos. Pero la poética se reduce a la musicalidad que proporciona cantar números. Su escenario es la lonja de Vigo, donde lleva actuando más de medio siglo para un reducido público de compradores de pescado, que jamás le fallaron a su cita. Jesús Fernández González (80 años) es el más veterano de los subastadores, aunque ya le ha pasado el testigo a sus hijos. El pasado lunes, a pesar de ser uno de los días fuertes, resultó que tenía un volumen de venta menor, por lo que se brindó a hacer una demostración para La Voz de Galicia. Empezó a las seis de la mañana y, en apenas media hora, vendió todo el pescado. Todavía continuaban los escabecheiros sacando cajas, valiéndose de unos finos y largos ganchos para subirlas a las transpaletas. «En media hora puedo vender 10.000 kilos de palometa», afirma.

-¿Por qué se dedicó a subastar pescado?

-En el año 1948 ya trabajaba en el puerto. Me dedicaba a la exportación de pescado. Me casé y, como mi suegro era subastador, también seguí este oficio.

-¿Se adaptó bien?

-Sí, porque ya conocía como funcionaba la venta.

-¿Y lo de madrugar?

-Más que eso, porque estaba noche y día. Por la mañana, vendía sardina, palometa, merluza y pescado de altura. Luego, llegaba el menudo, sobre las nueve. De aquellas comenzaba a subastar sobre las siete y no terminaba hasta el mediodía. Por la tarde, venían los barcos con el congrio y había que subastar hasta las siete. Me iba a mi casa con el tiempo justo para asearme y, nada más cenar, regresaba para vender la sardina por la noche. Estuve trabajando así durante unos veinte años. Eran tiempos duros. En la última época ya subastaba menos tiempo.

-Ahora, ¿cómo lo lleva?

-Vengo a dar una vuelta, porque ya se encargan mis hijos. Pero siempre me ha gustado esto. Aunque estoy jubilado, aún paso alguna hora en la oficina.

-¿Cuántos kilos vendió en esa demostración?

-Unos 6.000 kilos de merluza y sobre otro tanto de palometa y variado: escarapota, beltrán, cabracho, bertorella, besugo, mero...

-¿Trabajan a comisión?

-Sí, suele ser de un 3%, aunque también pude llegar al 5%, dependiendo de las ventas. Además, hay pescados que son más difíciles de despachar, porque incluso es preciso hacer lotes.

-Si les interesa un precio alto, ¿por qué van bajando?

-Este sistema es así, a la baja (se le conoce también como subasta alemana). Se parte de un precio elevado y se va reduciendo hasta que algún comprador para la subasta, con solo decir: «Mío». Luego, marcan con etiquetas las cajas de pescado que han adquirido y se las llevan.

-Pero no se ve mover dinero en efectivo.

-Basta con la palabra. Nos conocemos todos y no hay problemas con el cobro. Se les envía la factura y nos pagan a través de un banco.

-¿A qué precio comenzó con la subasta de la merluza?

-Fue a 7 euros, pero alguna baja hasta 3 o 2,50 euros. Depende del tamaño, porque los que siguieron vendiendo la gorda, comenzaron en 12 euros.

-¿Cómo lo calculan?

-Estamos acostumbrados a hacerlo, además sabemos el precio del mercado del día anterior.

-¿Le han cogido alguna vez de la palabra?

-Alguna vez me sucedió, pedí un precio y ya me lo remataron. Pero también se puede volver atrás y repetir la subasta, sobre todo si estabas despistado y cometiste un error. Si te aceptan al primer número que cantas, es una señal de que estás vendiendo barato.

-Entonces, si empieza diciendo «ocho» y ya se escucha «mío», ¿le daría mala espina?

-Por supuesto, sobre todo si son varios los que dicen mío.

-¿Los compradores nunca se han puesto de acuerdo para arreglar la partida?

-Alguna vez. Pero el subastador tiene que ser lo suficientemente hábil para aguantar.

Jesús Fernández González (80 años).

Subastador de pescado en la lonja del puerto y fundador de la empresa Hermanos Fernández Ibáñez Consignatarios de Pesca de Vigo.