Para escribir, piensa en mover el pie

David Suárez Alonso
DAVID SUÁREZ VIGO / LA VOZ

VIGO

Investigadores vigueses ultiman una aplicación que permitirá seleccionar letras y construir palabras a través de sensores en la cabeza que detectan estímulos cerebrales

09 oct 2011 . Actualizado a las 15:03 h.

Ella empezaba a recitar el abecedario y cuando llegaba a la letra indicada, él guiñaba el ojo. Los que hayan visto la película La escafandra y la mariposa recordarán perfectamente la escena. El filme narra una historia real, la de Jean-Dominique Bauby, un editor francés que sufría el conocido como síndrome del cautiverio. Su mente funcionaba perfectamente pero la mayoría de su cuerpo no respondía. Guiñar los ojos fue su solución pero la tecnología se lo hubiese puesto hoy mucho más fácil. Tres letras serían la clave. BCI, siglas de brain computer interfaces.

Controlar aplicaciones informáticas con la mente puede sonar a ciencia ficción pero ya no lo es tanto. Por menos de 50 euros se pueden adquirir unos cascos, como los que usamos para escuchar música, que incorporan sensores que repartidos entre los puntos de interés de la cabeza captan las señales cerebrales. Aunque son dispositivos menos potentes que los que se usan en los laboratorios de neurociencia, estos aparatos han permitido que en los últimos tres años se haya impulsado la investigación de tecnologías BCI. Andrés Estévez Costas y Luis Pérez Freire, ambos investigadores del Centro Tecnolóxico de Telecomunicacións de Galicia (Gradiant), ya llevan más de una década trabajando en el procesado de este tipo de señales. Actualmente, están desarrollando una aplicación que servirá de comunicación alternativa para personas con movilidad reducida.

Funcionamiento sencillo

Su funcionamiento es sencillo. El usuario debe colocarse el casco con los sensores por encima del pelo y en una pantalla le comenzarán a aparecer letras del abecedario. Cuando pase la que necesita, el usuario deberá pensar en hacer un movimiento. «Los que más se usan son mover un pie, uno de los brazos o la lengua», explica Estévez. Ellos han elegido el pie porque es una de las señales que mejor podían procesar.

En la pantalla aparece una letra cada tres segundos y la aplicación cuenta con un sistema de predicción, parecido al de los teléfonos móviles, a través del cual se colocan al principio las letras con más posibilidades y las que conforman las palabras más usadas.

Aunque se trata de un sistema en apariencia lento supondrá un gran avance para todos aquellos que no pueden usar los dispositivos habituales o que tienen problemas con los que se controlan a través de la mirada, por ejemplo. Para usarlo no es necesario el movimiento de ninguna parte del cuerpo, solo tener los catorce sensores correctamente colocados y estar habituado al sistema. «Hace falta una fase de entrenamiento», reconoce Luis Pérez, aunque normalmente suelen ser procesos cortos en el caso de las tecnologías BCI.

El desarrollo de esta aplicación está prácticamente finalizada. Andrés y Luis cuentan con que en un par de meses esté ya lista. «En realidad ya se puede usar», apuntan, aunque continúan dándole los últimos retoques para mejorar su usabilidad.

Otros usos

Las tecnologías BCI se han encontrado en el campo de la dependencia grandes oportunidades y también retos. El desarrollo de aplicaciones de comunicación y de control es uno de los ámbitos en los que más se está trabajando, pero no el único. Este tipo de dispositivos también están siendo determinantes en ciertos avances del campo de la medicina. Con métodos más invasivos permiten el correcto funcionamiento de brazos articulados, pueden ser útiles para mantener la movilidad de partes del cuerpo y útiles en procesos de recuperación motora.

El sector del entretenimiento e incluso la publicidad también están muy interesados. «Se está hablando ya mucho de neuromarkéting», apunta Pérez, unas técnicas que estudiarían el impacto de los estímulos visuales para comprobar su efectividad. Pero la cosa no queda ahí. Algunos teóricos del BCI ya se han atrevido a prometer más.

Aunque parezca una de esas mentiras de los anuncios de teletienda, no se descarta que un futuro se pueda hacer deporte sin moverse del sofá. El entrenamiento mental parece que tiene cierta base científica y que los deportistas podrían mejorar su capacidades simplemente pensándolo.

Para esto, por ahora, habrá que seguir esperando.