Era el cuartel general del PP, pero no lo parecía. Las caras de preocupación apenas se tornaron en alegría contendida, excesivamente contenida, cuando las grandes pantallas de televisión instaladas al efecto en el hotel Ciudad de Vigo empezaron a confirmar la victoria sin paliativos de los suyos. Los responsables políticos iban llegando a cuentagotas. Javier Guerra fue el más madrugador. «Hoy no toca llorar», dijo en alusión al llanto que le entró cuando Porro perdió la alcaldía por 2.000 votos. Luego Chema Figueroa, López-Chaves, Lucía Molares, Elvira Larriba... Todos se iban enclaustrando en una sala anexa a la que ocupaban los militantes. «Pero que pongan música para animar esto un poco», pedía la delegada de la Xunta, la más sonriente de la velada. Por fin, al filo de las once de la noche, los enclaustrados hicieron acto de presencia en el estrado mientras sonaban los primeros aplausos de la noche. «Mariano es uno de los nuestros», empezó diciendo Chema Figueroa para, a renglón seguido, hacer una petición: «disfrutar de este triunfo con tranquilidad, con prudencia. Ser humildes». Le hicieron caso, así es que siguieron mandado las caras de póker.
LA NOCHE ELECTORAL del pp