Los tradicionales ranchos de reis y la apertura de tiendas atrajeron a la muchedumbre a la celebración de los Magos
07 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Colas en la carretera nacional 550 a la altura del viejo viaducto para acceder a Redondela. Los coches estacionan en los arcenes en fila india. No hay un solo hueco. Los visitantes tardíos de la villa se encuentran con el cartel del párking al completo. Varias calles del casco urbano están cortadas al tráfico. Sorteando los carteles de prohibido el paso es posible encontrar algún sitio para aparcar, muy a desmano. Luego hay que caminar hasta el centro. A la altura de la plaza de la farola el gentío pasea endomingado estrenando las cazadoras que les han traído los Magos de Oriente.
Bajo el tibio sol, los cincuenta integrantes de la rondalla de San Salvador de Louredo se ajustan el fajín rojo y se calan la boina. Isidro García Pérez, el director de la rondalla da las instrucciones. Van a interpretar la Jota muiñeira, Solo te pido, el Chupinazo y alguna pieza musical más. Panderetas, charrascos de madera, castañuelas, cajas, bombos, trompetas, cruces y banderas están listos para el desfile. Acaban de llegar de Gondomar y se disponen a desfilar por el centro de Redondela. Quinientos euros es lo que cobra una agrupación en un día como el de ayer. «Pero cobrar es un lío. A veces se tarda mucho. Hay que ir a Hacienda... Nos han prometido que en dos o tres meses tendremos el ingreso», cuenta el director de la rondalla.
En el quiosco Retrancos la portada del Financial Times del día hace pensar que estamos en la city londinense. Pero los cuentos de Carpanta en otro expositor recuerdan que la villa celebra sus Reyes Magos, los más remolones. La tradición histórica cuenta que antaño, después de recorrer toda la provincia, Sus Majestades se paraban en el mercadillo de Redondela para adquirir sus últimos regalos a las ocho de la mañana, cuando abrían los puestos de los vendedores. Lustros después la feria sigue bullendo y atrae tantos visitantes, o más, que la exhibición de rondallas y ranchos de Reis.
El público se reparte. Mientras, delante del edificio del Concello van interpretando sus melodías los ranchos de Cortellas (Ponteareas) y Moreira (Soutomaior) y las rondallas de Airiños da Peneda, de O Viso; Louredo, de Mos; Freixo; Santa Eulalia, también de Mos y la de Beade.
El concejal de Cultura, Alberto Pazos; el alcalde, Javier Bas, y la edila Herminda Quenlle aplauden desde el balcón del Ayuntamiento. Abajo están los que antes presidían el acto, el socialista Eduardo Reguera y su compañero de partido Luis Orge. Reguera señala que en las Navidades el equipo de gobierno ha hecho prácticamente lo mismo que el año anterior. «Se ve que no lo hicimos tan mal», bromea.
Ambulantes y estables
Los que no están para bromas son los vendedores de la feria. «Mucha gente, pero pocas compras. El año pasado fue mejor», dice la vendedora Sara González. Y otro ambulante, Adolfo Casal proporciona cifras elocuentes: «Este año hemos vendido solo 60 euros desde las ocho de la mañana y somos cuatro de la familia en el puesto. No compensa. El año pasado hicimos una caja de 170 euros y el anterior de 500», relata Casal.
Los comercios estables también abren pero «la cosa está difícil, porque la gente está asustada, aunque siempre se gana algo», reconoce Eva Amoedo.