Hace dos mil años, en los frontones de la antigua Roma, la juventud se ejercitaba bajo un lema, esculpido en piedra: Mens sana in corpore sano. La frase de Juvenal pervivió a los siglos y sigue siendo una máxima del deporte. Sin embargo, en Vigo esto no es exactamente así. Aquí, para toda una generación, el auténtico lema olímpico era «Por un Vigo millor».
Para quienes fuimos chavales en los ochenta, el deporte ?en especial, el baloncesto- está asociado a aquel lema que parió el alcalde Soto, empeñado en rotular bancos, porterías y canastas, por toda la ciudad, con la obsesión y disciplina de la que solo sería capaz un funcionario de la extinta RDA.
Hay vigueses que, cuando veían por la tele los Juegos Olímpicos, pensaban que, en cualquier esquina del estadio iba a aparecer la consigna: «Por un Vigo millor». Que aquello era poco menos que una frase del Barón de Coubertin. Cuando, en realidad, venía a significar: «Niños, esta canasta donde jugáis os la he puesto yo, Manoel Soto, que soy vuestro alcalde; decidle a vuestros padres que me voten».
Semejante manía de dejar la impronta municipal hasta en la última esquina de la ciudad ha sido muy copiada posteriormente. Corina Porro lo decía con flores, plantándole a la gente un tulipán hasta en la tierra de los zapatos. Pero el paroxismo lo ha alcanzado Abel Caballero, con su lema «Alcaldía» rotulado en bancos, farolas, atracciones de feria, maceteros, agendas, vallas, bolígrafos y hasta cojines, para que no te olvides de su existencia ni cuando vas a echar la siesta.
Como el tema ya aburre, la mayoritaria oposición aprobó en el Pleno que se retiren estos cartelotes. Pero, si ya malamente acepta consejos nuestro regidor, ¿a qué va a acatar órdenes?
Para disimular, esta semana Caballero ordenó colocar unos nuevos letreros, con el lema «Concello de Vigo». Luego convocó uno de sus ya clásicos «posados» ante la prensa. Pero el mismo día, a la misma hora, en la otra punta de la ciudad, otros obreros colocaban los clásicos «Alcaldía», con entera normalidad.
Así que no parece que, pese al mandato plenario, el panorama vaya a cambiar. Por tanto, solo resta que nuestro querido regidor dé un paso adelante. Y que vaya más allá en el autobombo, con nuevos lemas, más audaces.
Cuando haga obras en As Travesas, levantará carteles como: «Una Coia como una olla». O bien, recordando sus resultados electorales: «A Coia que che votou!».
Si las ejecuta en el cruce de Urzaiz y Travesía, la pancarta dirá: «Alcaldía: ¡Porque me sale de los Llorones!». Así, con albures, calambures y paronomasias, puede nuestro amado regidor darse el gustazo de reírse de la leal oposición. Que, en el fondo, parece ser de lo que se trata.
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