El vino como actor principal

b.r.sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M. MORALEJO

El bodeguero José Antonio López continúa al frente de la primera vinoteca que abrió en Vigo

19 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Locales donde tomarse un vino hay muchos. Y vinotecas, también. Pero no todas se ajustan a las características y verdadero espíritu que debe tener un establecimiento que se autodenomine así. Lo sabe muy bien José Antonio López, experto no solo en la venta de vinos, sino en todo el largo camino que sigue la uva desde la viña hasta la botella, ya que es un bodeguero con experiencia que comenzó su historial enológico con Morgadío y Lusco en sociedad y ahora en solitario con el albariño de alta gama Tricó.

Hace 21 años puso en pie junto a su socia, Pilar González, la primera vinoteca de Vigo, a la bautizaron como El Buen Vivir. «Por mi contacto con el mundo del vino y la gastronomía siempre me gustó la idea de montar una tienda. Aquí ya había una, pero no funcionaba. A mí se me ocurrió que habría que darle más contenido y animarla con otras cosas, como la posibilidad de tomarte una botella de vino a precio de tienda, darle uso a la cocina e incorporar referencias más avanzadas en un momento y en una ciudad en la que no existía variedad», explica.

Así fue el comienzo. La respuesta fue muy variada y la lucha por no acabar pareciendo un bar, como le ocurre a otras vinotecas, constante. «Hubo muchos que se quedaron por el camino porque cometieron el error que nosotros pretendemos evitar, empiezas como tienda y despachas vinos, pero al final acabas como mesón», reflexiona.

«La verdad es que tuve que echarle mucho valor para continuar. La cultura del vino y la inquietud por ella aquí siempre ha sido muy baja, aunque ahora sí empieza a haberla y hay mucha gente joven que comienza a demandar cosas», señala. Con los años, El Buen Vivir se ha convertido en la tienda de referencia a la que la gente acude cuando busca algo diferente o que no encuentra en ningún sitio. Pero no solo eso. En ese camino también han añadido la posibilidad de que los restaurantes puedan incorporar una carta más amplia comprándoles a ellos y aportándoles toda su gama. «Funciona muy bien porque los distribuidores venden determinado volumen de partidas y aquí pueden comprar por unidad», aclara.

En El Buen Vivir el vino es el actor principal, aunque haya secundarios que mejoren la película, como las mesas en las que la clientela puede disfrutar de un buen vino (siempre por botella, no por copa) acompañado de una escueta carta de tapas caseras y delicatesen que también despachan en la tienda, o la cocina que alquilan, previa reserva, para que la clientela pueda reunirse y hacerse sus propios platos ahorrándose el trabajo de fregar. «Por el camino hemos tenido que seleccionar mucho en cuanto a su utilización porque se empezó a convertir en la despedida de soltero o el cumpleaños de turno y eso a nosotros no nos interesaba para nada», comenta en este sentido. «Queremos conservar el negocio en su línea más pura, que la gente venga por el vino, que además cuesta lo mismo tomárselo aquí que en casa, y con un asesoramiento que no encontrarán en ningún supermercado y ni siquiera en la mayoría de las vinotecas, que se han convertido en una moda pero al final son otra cosa, son bares de vinos», insiste el bodeguero.

Por eso el horario del local tampoco se alarga tanto como el de la hostelería. «Es más un lugar de tertulia donde ir a disfrutar de la charla y descubrir nuevos caldos tranquilamente y a un precio asequible, porque los hay de todo tipo y con otra mentalidad», asegura.

En el local también organizan de vez en cuando cursos de cata en que se aprenden las bases para seguir experimentando. «Es un mundo extensísimo. El panorama vitivinícola actual es espectacular», afirma.

Desde 1991.

Calle Alfonso XIII, 31.

Organizan cursos de cata, alquilan la cocina para comidas y cenas y el vino que se puede tomar allí se vende por botella.