Posiblemente, si viviese hoy Rosalía de Castro estaría escribiendo nuevamente Cantares gallegos. Su agrio canto de despedida a la madre tierra sigue siendo entonado por miles de gallegos en la actualidad. Sin embargo, frivolizando un poco y recordando que la poetisa compostelana pasó alguna temporada en Vigo, también se podría aplicar su lamento a lo que nos espera a los vigueses con los actuales gestores municipales respecto al uso del auditorio de Castrelos. Ya quisiera equivocarme con Cayetano y el alcalde, que, por cierto, ya le enseñó a decirle a la oposición eso de «no se enteran de nada», pero lo cierto es que está concluyendo junio y nada se sabe de los conciertos de verano, salvo el de Pablo Alborán en el Ifevi, para el que soltaron una ayudita de 21.000 euros.
Todo apunta a eso. Los conciertos de cierta entidad, aunque para gustos hay granos de arena en Samil, llegarán a Vigo por la vía privada. Se acabó aquello de ir con el bocadillo a las gradas de Castrelos para ver a Cohen, Oasis o Norah Jones. Como dijo un amigo, quien criticó la supuesta privatización del nuevo hospital ahora privatiza los conciertos que siguen realizándose en escenarios municipales. Es lo que hay.
Por otro lado, está sorprendiendo mucho tanta ayuda económica, aunque siempre sin superar el máximo que obliga la ley a realizar concursos públicos. Aguardemos a equivocarnos, a que no se institucionalice el Ifevi como único escenario posible y que la calidad también se pueda admirar en Castrelos. Si no, tendremos que entonar: «Adiós, Oasis; adiós, Cohen; adiós, Arctic Monkeys; adiós, Chemical Brothers: non sei cando nos veremos».
jorge.lamas@lavoz.es