El geólogo, periodista y político vigués construyó un observatorio meteorológico y trazó las primeras isobaras
23 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Eduardo Chao da nombre a la Federación Vecinal de Vigo y tiene plaza en el Casco Vello. Vigués de origen ourensano, es uno de esos personajes capitales en la historia de la ciudad que brilló en ámbitos diferentes. Nacido en Ribadavia en 1822 y fallecido en Madrid en 1887, fue geólogo, naturalista, periodista, historiador y político del Partido Demócrata. En la I República llegó a ser ministro de Fomento y, en los últimos años de su vida, añadió una nueva actividad a su currículo: meteorólogo. Al punto de convertirse en el primer gallego que trazó un mapa del tiempo con isobaras más de un siglo antes del aparición de Meteogalicia.
En 1880, Eduardo Chao instaló en el tejado de la casa consistorial, en la plaza de la Constitución, su observatorio meteorológico. Contaba con pluviómetro, barómetro y anemómetro. Además de las mediciones propias, un sistema de señales permitía a los ciudadanos tener una mínima previsión meteorológica. A través de unos triángulos, cuadrados y esferas, los vigueses podían saber si venía viento del sur, cargado de lluvias, o del Norte, con aire limpio. O si se avecinaban altas presiones y sol. El artilugio contaba también con un reloj de bola, como el de la Puerta del Sol de Madrid, con el que los vigueses ponían sus relojes en hora.
Amador Montenegro cuenta en Historia íntima de Vigo que la gente llamaba popularmente a las señales «funiles y caldeiros» y narra cómo una criada de su casa se negó un día a salir a la calle a hacer unos recados «porque o animómetro corre moito e o funil marca o 6».
En Galicia, las primeras series de datos meteorológicos aparecen publicadas en 1850 en la Revista de los Progresos de las Ciencias. Se utilizaron para ello las mediciones del observatorio situado en la terraza de la Universidad de Santiago, que recogían presión, temperatura, humedad, precipitación y viento.
Treinta años más tarde, Eduardo Chao se gastó cinco mil pesetas, una pequeña fortuna de la época, en montar su observatorio. E hizo dos publicaciones científicas con sus mediciones: El observatorio meteorológico de Vigo, en 1883, y Comparación de las observaciones meteorológicas de Vigo, 1884, con las estaciones de la zona cantábrica.
En estos trabajos analiza la situación atmosférica de Europa con motivo del fuerte ciclón del año 1878 y traza el primer mapa de isobaras realizado en Galicia.
«Las apreciaciones que hace sobre las situaciones ciclónicas y anticiclónicas, así como su mapa isobárico de Europa son, sin duda, las primeras hechas por un gallego sobre meteorología dinámica», afirma Francisco Díaz-Fierros en una monografía sobre la historia de los estudios climáticos en Galicia.
Eduardo Chao anticipa también la meteorología moderna, al sostener que no basta con la lectura del barómetro «sino que es preciso conocer la relación de varios meteoros entre sí y en un espacio considerable del globo». El científico se da cuenta de que son las observaciones en diversos puntos, y trazadas en un mapa, las que pueden permitir hacer predicciones fiables.
Nuestro autor aprovecha también sus trabajos para hacer apología de Vigo y lo que algunos llaman, audazmente, su microclima. Y concluye que su meteorología no dista mucho de la de Niza o Málaga, por lo que es un clima idóneo «tanto para la residencia invernal como para los excursionistas veraniegas».
Así que ya entonces se defendía que Vigo y su ría serían una especie de Caribe gallego con sus veranos cálidos. El mérito de Eduardo Chao es que quiso hacerlo con argumentos científicos. Un siglo antes que Santiago Pemán, este vigués nos dio a conocer las isobaras.