Que la clase política en España vive en una burbuja lo demuestra que se asombren con el desplome de los dos antiguos grandes partidos y con el auge de Podemos. Les parece raro y reaccionan insultando a una nueva formación, que llega con el mensaje de abrir las ventanas, hacer limpieza y que deje de oler a muerto, ya más que a rancio. Les molesta que Pablo Iglesias les llame casta. Pero precisamente porque es la definición más acertada para una política que se conduce con formas mafiosas.
No habría espacio para enumerar los escándalos de corrupción política de este año. Por los que nadie ha asumido responsabilidades éticas ni políticas. Hasta el presidente de la Diputación de León está en la cárcel y no dimite. Ni la infanta Cristina renuncia a sus derechos. Y no sigo porque tal vez no terminaría nunca.
Lo de ayer del presidente de Extremadura, José Antonio Monago, es un nuevo colmo de la caradura. En el último año, se hizo 35 viajes a Canarias para ver a una amiga pasándolos como gastos al Senado. Con el dinero de todos, se ha ido de vacaciones casi todos los fines de semana, salvo aquellos que, como en Navidad, supongo que pasaba en familia, en compañía de su mujer y de sus hijos. Y esto se lo hemos pagado todos los ciudadanos, con el dinero de las arcas públicas. Cuando, aún encima, hablamos de un tipo espléndidamente retribuido por sus sueldos de senador y presidente autonómico. Salarios que también le pagamos entre todos.
En un país que fuese normal, en una democracia digna de tal nombre, este señor tendría que haber dimitido ayer mismo y haber devuelto el dinero. También el de su cargo como presidente autonómico, teniendo en cuenta que 35 fines de semana al año se los pasaba en otra comunidad, tomando el sol.
Pero no ha dimitido. Ni mucho menos. Porque la dirección del Partido Popular le ampara. Y todavía tiene el santo valor de decir que es objeto de una «persecución política». ¿Dónde vamos en este país con esta clase política? ¿Hasta dónde tendremos que soportar a esta mafia? ¿Y pagarle todos sus caprichos?
Luego, los dos grandes partidos se dicen muy sorprendidos con el descalabro electoral que les auguran. No deberían estarlo, simplemente porque sus ciudadanos no son tontos. Pero ellos lo creen y se pasan el día estigmatizando a Podemos como una formación anti-sistema, cuando se presenta por los cauces del sistema mismo. Pero esgrimiendo otros valores. Y en una posición de centro, la de la mayoría de la población, según el CIS, que estaría dispuesta a votarles porque prometen lo que los ciudadanos quieren: terminar con este desastre, con esta mafia institucionalizada.
Es comprensible, pero una lástima, que Podemos no se presente todavía a las municipales. Porque apetecería verlos en todas las arenas. En Vigo, salió esta semana la proyección de una asesoría de comunicación, sin duda hecha con bolígrafo bic en servilleta de bar, que les daría 5 concejales. Los muñidores de la dudosa quiniela podrían haber puesto 4 como 8. Más que estudio demoscópico, era porra. Porque ni se enteraron de que Podemos no se presenta. Se ve que a algunos les pueden los nervios...
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