
Caballero ha visto una mina en la sanidad. La Xunta lo ha menospreciado
25 jun 2015 . Actualizado a las 13:08 h.Todo cambió el día en que el alcalde de Vigo recibió una presentación de Powerpoint de 16 diapositivas, incluyendo la portada y la contraportada. Abel Caballero no era entonces un convencido antinuevohospital de primera hora. Pero el regidor vigués es un hombre que concede mucha importancia a lo simbólico. Es capaz de parar la presentación del festival O Marisquiño porque no hay un letrero en la mesa para que se siente Carmela Silva; o de considerar un desplante que el gerente del área sanitaria de Vigo -que triplica el presupuesto del Concello- le pida una entrevista en lugar de la conselleira de Sanidade. A Abel Caballero le importan los gestos. Por eso todo cambió el día en que Pilar Farjas le envió una presentación de Powerpoint.
Corría el otoño del 2009 y Caballero llevaba semanas pidiendo información. La Xunta despejaba balones con calculadas dudas cada vez que se le preguntaba si iba a haber financiación privada en el nuevo hospital. Los colectivos profesionales, sindicales y políticos estaban indignados. Pero el alcalde era tibio. Caballero se había reunido con Alberto Núñez Feijoo un lluvioso día de julio y el presidente le había explicado sus planes para el nuevo hospital. «Con la hoja de ruta que marcamos para el hospital, el horizonte es esperanzador», había dicho el alcalde.
Con ese precedente, la conselleira Farjas pensó que enviando un vago Powerpoint de 16 páginas iba a calmar las dudas del regidor. Creía que, por definición, un alcalde no puede oponerse a un hospital para su ciudad porque un caramelo político que pocos tienen la suerte de disfrutar.
Se equivocó. El día en que recibió el Powerpoint, Caballero decidió que no había nada que hacer. Hizo suyo el argumentario de la Plataforma para la Defensa de la Sanidad Pública -a la que después nombraría Viguesa Distinguida- en contra de la privatización y abrió una guerra contra el proyecto estrella de la Xunta para Vigo. Desde entonces, el alcalde ha alentado y apoyado manifestaciones. Ha promovido un boicot contra el convenio del 2006 -lo firmó, entre otras, su actual concejala de Urbanismo, María José Caride- para que la Xunta y el Concello colaborasen.
Los recortes y los vaivenes del proyecto le han ayudado. La oposición de muchos colectivos le han cargado de razones. La propia Xunta le ha dado munición con decisiones como dejar al hospital sin el laboratorio central del área sanitaria. El PP vigués validó la política de Caballero cuando pactó los presupuestos del Concello asumiendo que el gobierno local no pagaría las acometidas. Y los 73.000 votos de las elecciones municipales le han dado el definitivo espaldarazo.
El lunes abre la mayor obra sanitaria que se ha hecho en Galicia. Seguramente haya pocos precedentes de gobiernos autónomos y locales que no están de acuerdo en proyectos así. Pero en Vigo todo es posible.