Una vergüenza

VIGO

28 jul 2017 . Actualizado a las 19:22 h.

Me pregunto qué pensaría Alberto Núñez Feijoo si todos los diputados de la oposición, medio parlamento, abandonasen el salón de plenos del Hórreo en su sesión de investidura. Me pregunto qué calificativos merecerían unos políticos que se levantan y se van en el pleno de constitución de la cámara o en el de confirmación de la presidencia.

Me pregunto qué le parecería a Mariano Rajoy que, en el momento de la votación de su presidencia, la mitad del parlamento se hubiese levantado de sus escaños y lo hubiesen dejado solo en la cámara. Me pregunto qué lindezas se le ocurrirían a Rafael Hernando.

Por eso es impresentable que hayan pasado ya dos días sin una condena pública oficial de un atentado contra la democracia, perpetrado por los alcaldes y concejales del PP en la sesión de constitución del Área Metropolitana.

El presidente Feijoo sigue en silencio, cuando ha debido condenar expresamente esta aberración que no sucede en ningún foro democrático del mundo. Es lícito abandonar la cámara en cualquier sesión como forma de protesta. Pero hacerlo en la de investidura es un ataque a la democracia. Una vergüenza de quien no tiene la decencia de aceptar unos resultados electorales.

Si a Alfonso Rueda, muñidor en la sombra de esta maniobra, le parece que ha triunfado está muy equivocado. Y si el presidente Feijoo sigue en silencio ante semejante infamia, hemos superado ya todos los límites del respeto por la normas comunes. Está en todo su derecho el PP de convertirse en un partido follonero. Y de jalear cualquier bronca. Pero irse de una sesión de investidura es un atentado contra la democracia.