El sector de la conserva prueba un robot para separar los moluscos de las algas

Soledad Antón García
Soledad antón VIGO / LA VOZ

VIGO

CARMELA QUEIJEIRO

La alianza entre Anfaco y Emenasa busca diseñar la fábrica alimentaria del futuro

18 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En un sector como el conservero, donde los sistemas de producción tradicionales y el trabajo manual todavía están muy presentes, se abre paso la necesidad de apostar por la fábrica inteligente como herramienta imprescindible para ganar en eficiencia y en reducción de costes. En síntesis, esa es la premisa con la que la patronal del sector, Anfaco, y la división de automatismos de la firma viguesa Emenasa crearon hace poco más de un año una unidad mixta de investigación.

Aunque el proyecto, que cuenta con un presupuesto de 2.011.129 euros, tiene un plazo de ejecución de tres años, empiezan a hacerse visibles los primeros resultados. Por ejemplo, ya están ensayando un robot que es capaz de separar los moluscos de concha de las algas que suelen llevar adheridas. «Las empresas nos plantean los problemas a los que se enfrentan cada día y nuestra misión es tratar de encontrar soluciones específicas para cada caso. En cierta manera, hacemos un trabajo a la carta», explica el gerente de Emenasa Industria y Automatismo, Fernando Cao.

Añade que la separación de moluscos y algas resulta especialmente valiosa en el caso del procesado del mejillón, el tercer producto por volumen de fabricación -14.342 toneladas el pasado ejercicio-, solo por detrás del atún y la sardina, y el segundo en facturación, con un total de 120,7 millones de euros en el 2017, un 8,1 % más que el año anterior.

Las cifras son más modestas en el caso de los berberechos y las almejas, aunque también relevantes con 5.569 y 1.128 toneladas anuales, respectivamente, y un montante total de 100 millones de euros de facturación.

Cao señala que también están trabajando en el desarrollo de sistemas de caracterización de producto mediante visión de cámara hiperespectral. El objetivo es llegar a separar el producto ya no solo en función de su forma o tamaño, sino de su frescura, temperatura, composición química e incluso cantidad de nutrientes que contiene. «En definitiva, segregar por calidad», asegura. Es esta una clasificación que, en el caso de los mejillones, permitirá elegir con un mínimo cuando no nulo margen de error aquellos ejemplares más idóneos para llenar las denominadas latas premium.

Comercialización

La pretensión, en función del resultado de los ensayos, es que los sistemas en fase de ensayo puedan llegar al mercado en el 2020, y no solo a las grandes conserveras, también a las fábricas más pequeñas, aquellas que trabajan de una forma netamente artesanal.

Explica Fernando Cao que están trabajando en tres líneas de investigación: fábrica conectada, robótica avanzada y producción individualizada. En el primer caso se están centrando en desarrollar una tecnología que permita conocer el tiempo real el estado de las instalaciones y obtener información que sirva de referencia en la toma de decisiones.

Respecto de la segunda línea, persigue desarrollar soluciones de robótica para aquellos procesos productivos que por falta de evolución tecnológica siguen sin automatizarse. Buscan una máquina que imite la manipulación manual de forma precisa.

En último lugar buscan potenciar el concepto de producción individualizada aplicada a la industria alimentaria, aportando soluciones que permitan llegar incluso a la personalización.

Algunas de las líneas estratégicas de I+D+i de Emenasa Industria y Automatismo son la visión artificial, la automatización de líneas, el diseño de máquinas y la monitorización y simulación de plantas.