La ampliación de dos carriles por el exterior de los pilares supone la primera vez en el mundo que se hace algo así
06 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Hace ahora 40 años, en 1979, el puente de Rande recibía el premio europeo a la mejor construcción metálica. Era entonces, con sus 401 metros de luz, el puente atirantado más largo de España y el segundo de este tipo en todo el mundo, solo superado por el de Saint Nazaire, en Francia, con apenas 3 metros más. Cuatro décadas más tarde, conserva su carácter monumental, porque aún es el tercer puente con más luz de España.
Si le sumásemos sus vanos laterales, Rande alcanzaría los 695 metros de largo. Y, con los viaductos de aproximación, se extendería más de un kilómetro y medio. Sus torres de 152 metros sobre el nivel del mar coronan un conjunto realmente colosal.
Ya Antonio Palacios soñó un puente sobre la ría de Vigo en 1934. Y en 1946 se trazó un primer proyecto, que incluía un aprovechamiento hidroeléctrico, convirtiendo la ensenada de San Simón en un embalse. Afortunadamente, el plan de los años 70, con el trazado de la Autopista del Atlántico, lo dejó en un puente atirantado, el más respetuoso con su entorno.
Ahora, cuarenta años después de su construcción, Rande vuelve a recibir premios. La Asociación Internacional de Puentes e Ingeniería Estructural le acaba de conceder su máximo galardón, en un acto celebrado en Nueva York. Porque la ampliación de dos carriles por el exterior de los pilares supone la primera vez en el mundo que se hace algo así en un puente atirantado de gran luz en todo el planeta. Así que Rande es también una pequeña gran maravilla de nuestra ría. La puerta de entrada desde la que tantas veces contemplamos su grandeza. Y, además, es de premio.