El recogepelotas para el fútbol del covid-19

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

VIGO

MONICA IRAGO

Ingeniado para cubrir una necesidad de su torneo internacional, el invento que cinco años atrás patentaba la asociación Arousa Fútbol 7 podría tener una segunda vida a raíz de las nuevas restricciones en el fútbol

30 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El covid-19 ha dejado en shock al planeta. Un estado de conmoción cuya salida exigirá, al menos durante un año largo, adaptarse a esa llamada nueva normalidad. Cada país a su ritmo. Cada mundo a la manera en que mejor le convenga. Pero siempre bajo la premisa de acompasar el regreso a la actividad con la máxima protección de las personas que la hacen posible.

Tras dos meses de confinamiento y un tercero de readaptación física, los encargados de insuflarle vida, hay quien dice que hasta magia a la venerada esfera de cuero se aprestan a retomar las dos ligas del fútbol profesional español. Una excepción gubernamental en el deporte español junto a la concedida a la ACB, con peaje. El show deberá continuar con el indispensable personal presente. En esta tesitura, con el viento ocupando las butacas de sus grandes escenarios ¿tienen cabida esos chavales repartidos por las cuatro esquinas y rectas de los campos, correcaminos tras el balón que sale del terreno de juego no siempre prestos a repatriarlo con sus manos al lugar de origen? Siendo la respuesta más lógica un no, los 42 clubes del negocio del balompié hispano disponen en Vilagarcía de una alternativa para su servicio tan redonda como aséptica

La nueva realidad a la que se enfrenta el fútbol ofrece la oportunidad de una segunda vida al recogepelotas estático ideado en el 2015 en el seno de la Asociación Deportiva Arousa Fútbol 7 (AF7), que blindó en la Oficina de Patentes y Marcas de España tras pulir su diseño y composición inicial en seis sucesivos prototipos.

Alberto Diz, portavoz del AF7 y una de las personas tras el desarrollo del invento, explica que se trata de un elemento vertical «en tres partes. Unha base de chapa de ferro dun centímetro de grosor protexida con caucho, que fai de lastre para que o vento non o leve e se poida usar tamén en campos de herba sintética. Un mástil de 2 centímetros de ancho e 1 metro de altura -de plástico PLA-. E arriba, unha cesta -también de plástico- de 20 centímetros de alto e 16 de diámetro» en la que se recoge el balón. Medidas estas últimas pensadas para Fútbol-7, pero que «se pode escalar a un diámetro maior ou inferior» cubriendo cualquier modelo de balón.

En el caso del AF7, que hace 25 años arrancaba la historia del que pronto se convirtió en uno de los torneos de fútbol alevín más prestigiosos a nivel internacional, las 48 unidades de las que se dotó le permiten «perimetrar dous campos de Fútbol-7 ao tempo», dando cobertura total a las necesidades logísticas de su campeonato.

El punto de partida del artefacto del AF7 es el mismo que el de la práctica totalidad de los inventos anteriores a la era del consumismo: la solución a una necesidad preexistente. Martín Vila, uno de los vocales de la directiva del Arousa Fútbol 7, planteó poco antes de la fase final de su torneo del 2015 «colocar soportes de metal para os balóns, para non ter a rapaces tantas horas ao sol de recollepelotas», recuerda Alberto Diz. Una situación recurrente por las fechas del campeonato, en el tramo final de la primavera. «Un ferreiro que colaboraba con nós fíxonos un modelo, e o impacto foi positivo. Chamou a atención dos espectadores, dos equipos e de xente que viu o torneo pola televisión», señala el directivo.

Adaptado a los nuevos tiempos

Ante ello, lo primero que hizo el AF7 fue registrar la patente de su invento, recibiendo el okey de la Oficina de Patentes y Marcas de España en diciembre del 2015. En paralelo Xabier Trigo, ingeniero informático, y el propio Alberto Diz, diseñador gráfico, trabajaron en pulir en dos impresoras 3D compradas por la entidad la obra del herrero, consiguiendo con su sexto prototipo en marzo del 2016 el producto que buscaban. Un elemento de múltiples cualidades para hacerse indispensable en estos tiempos: «Fixemos un modelo máis acabado, sen arestas nin cortante, con facilidade para sacar o balón -la mayor parte de la semiesfera de su cesta es hueca-, resistente a ventos medios, deformable en caso de que se caia enriba, e un escaparate para as marcas de balóns» al formar parte del escenario fijo de los campos, señala Diz.

Estados Unidos y Celta

La idea despertó en un primer momento el interés del español Alfonso Mondelo, director deportivo de la Major League Soccer, la liga de fútbol profesional de los Estados Unidos, y del Celta, pero sin llegar a materializarse. De hecho, en este tiempo, la mayor venta que ha cerrado el AF7 de su recogepelotas fue la de unas 30 unidades al Quirinal de Asturias, habitual de la previa de su torneo.

Ante la pregunta de muchos por el artilugio, la gente del AF7 indagó en dos empresas especializadas en modelado industrial el coste de un molde que les permitiese fabricar su recogepelotas en serie: «Dixéronnos unha auténtica burrada, uns 60.000 euros. Para amortizalo teriamos que vender, non sei, uns 4.000». Por ello, no habiendo recibido ningún gran pedido que permitiese a una asociación deportiva acometer tal inversión inicial con un mínimo de garantías, y toda vez que el límite de producción de sus dos impresoras 3D no va más allá de las cien unidades al mes, en el AF7 optaron por limitarse a atender los pedidos puntuales que reciben. Hasta la llegada del covid-19 al fútbol: «Pode ser unha boa cousa falar a nivel federativo de cara á reanudación das ligas a tempada que vén», apunta Diz.

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