En 1980 fue detenido con un alijo de tabaco junto a un hermano del arousano; en 1969 escapó de un control con un disparo en la pierna
30 ene 2021 . Actualizado a las 20:39 h.Adriano Pereira, a sus 78 años de edad, conserva la cicatriz de un disparo de bala. El proyectil impactó en una pierna mientras huía en un coche Dodge Dart cargado de tabaco de contrabando y, en un doble fondo, café. Su compinche, Araújo Peña, también fue herido y, además, cayó en manos de los agentes que lo perseguían por las calles de Lugo aquella madrugada del 24 de julio de 1969. Pereira, de 26 años, residente en Salvaterra y súbdito portugués, desapareció sin dejar rastro. Paró un taxi con la pierna ensangrentada y solicitó que lo llevaran a su casa en la raía. Lo siguiente fue curar la herida, reponerse del susto y volver a Lugo para entregarse en la Subdelegación del Gobierno.
Adriano Pereira inició aquella víspera del Apóstol su ficha policial por un delito de contrabando, el negocio que le dio de comer muchos años. Hoy, medio siglo después, el mismo fantasma con aroma a nicotina sigue persiguiéndole en forma de acusaciones públicas presuntamente difundidas por Laureano Oubiña, otro exsocio de Pereira en el tabaco y, según el arousano, testaferro suyo que acumula importantes deudas. Pereira ya denunció a Oubiña por difamación y el procedimiento se resolverá en los juzgados de Ponteareas. Pero más allá del fallo definitivo, todo este revuelo ha servido para refrescar la trayectoria de un vecino de la raía que mamó de pequeño el estraperlo para acabar cimentando el negocio del tabaco a un lado u otro del río Miño. En su Monçao natal o en Salvaterra, donde residió en los años 60 o, ya en los 70, en Vigo.
Adriano ingresó en la cárcel de Pontevedra por aquella huida con aroma a pólvora en Lugo. También por la mercancía decomisada. En el antiguo penal de A Parda incluso ejerció de cocinero y recibía las visitas de su mujer e hijas muy pequeñas. Lo siguiente, al regresar a la calle, fue volver al negocio, pero ya a lo grande. Basta analizar de qué guisa lo encontró una patrulla de la Guardia Civil el 21 de octubre de 1980, en el muelle de Ares y la playa de Centroña. Tenía 37 años de edad y un nuevo método para mover el rubio de batea. Un ejemplo paradigmático de lo que estaba por llegar, para quedarse, en Galicia.
El otro Oubiña
Pereira fue sorprendido con una lancha neumática con motor fuera borda de doscientos caballos. También 66 cajas de con 50 cartones cada uno de Winston de importación. Junto a él, en calidad de socio, un vecino de Cambados, Eladio Oubiña Piñeiro, que casualmente es hermano de Laureano Oubiña, su exsocio en el chollo do fume por entonces. Ambos, al caer en manos de la Guardia Civil, confesaron que mantenían contacto con un barco extranjero que abandonó aguas jurisdiccionales españolas momentos antes. En dicho bote, añadieron, había tabaco rubio americano valorado en 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros). Las comunicaciones, dadas las evidencias halladas en la planeadora, se realizaban con siete emisores-receptores de fabricación extranjera.
Fue la última vez que Adriano Pereira cayó con las manos en la manos. Todo lo que vino después son sospechas e investigaciones que no fructificaron, también de narcotráfico. Incluso le ganó una demanda a un conocido periodista del norte luso, especializado en narcotráfico en la raia, que lo tildó de narco. Policialmente se ubicó también como socio del arousano Nené Barral cuando aún era alcalde de Ribadumia, en el 2001. Se le atribuyó el papel de gran socio del arousano al otro lado del Miño, aunque nunca fue arrestado ni condenado.