«Entre prostituirse o comer, no hay debate»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Usar mascarilla o exigir vacunación, dicen, son requisitos para hacer su trabajo; quienes buscan la abolición de esta práctica aseguran que es mentira e, incluso, que se paga más por no usar condón

07 ene 2022 . Actualizado a las 21:01 h.

La pandemia les está brindando el peor revolcón de sus vidas. Ola a ola, una detrás de otra, y ya van seis, intentan surfearlas para, sin contagiarse, llegar a final de mes. Las facturas siguen llamando a la puerta, son inmunes al virus. Ninguna revela su identidad real, todas dicen llamarse por su nombre de guerra. Porque su trabajo, aunque se practica sobre una cama, no deja de ser una trinchera de oscuros intereses; mucho más lucrativos para los que mecen la cuna del negocio que para quienes acaban desnudas entre sabanas. Kyara, Erika, Niki, Dayana, Luna... todas, al teléfono, dicen autoimponerse las garantías de salud mínimas para repeler el bicho.

«Exigimos el pasaporte covid a los clientes, sin eso no entran en el piso», explica una mujer venezolana. «Guapa, delgada, independiente, todos los servicios. Media hora, 60 euros; una hora, 100, piso climatizado en el centro», reza su mensaje en una web nacional de citas: «No puede publicar mi nombre —exige al teléfono— si quiere que le cuente. Salvo en el primer confinamiento, nadie ha parado. Aquellos tres meses no había más remedio, la gente ni podía salir a la calle. Incluso entonces nos adaptamos, la videollamada se convirtió en el canal para dar servicio, pero con ingresos menores: se cobra a 20 euros».

Paypal y Bizum son los métodos de pago más utilizados y, a la vez, más opacos para rastrear y mejores para no declarar. Mucho más que un ingreso bancario. Otro rasgo que retrata el negocio millonario de la prostitución. El único dato oficial para contabilizar el montante que genera el sexo de pago en España lo facilitó el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el 2018: el 0.35% del PIB, lo que supone más de 4.000 millones de euros.

Oportunidad familiar

Sara, «linda pero traviesa», se presenta en la misma web de contactos nacionales ejerciendo en Vigo junto a dos chicas más en algún piso de alguna calle de la ciudad. Su discurso es elocuente y directo: «Mire... [dos segundos de silencio] vengo de Brasil, pero no de una ciudad, de una pueblo del interior, aislado, sin posibilidades. Aquí, con esto, puedo garantizar el futuro de mi familia [padres, dos hermanas y una hija de cuatro años] enviándoles dinero. Allí, ni haciendo lo mismo, sería posible. Al final, simplificando, se trata de prostituirse o comer, y para mí no hay debate. Una de mis hermanas, por ejemplo, va a la universidad gracias a este dinero. El virus fue mucho peor, ahora, desde que la vacunación se extendió, trabajamos más tranquilas. Pero no porque ya no exista riesgo de contagio, al estar vacunada, vemos que los efectos de ómicron son menores, una gripe... Un riesgo que, al menos yo, estoy dispuesta a afrontar».

Otras cuatro mujeres, igualmente anunciadas y consultadas, aseguran que la demanda, pese al repunte disparado de contagios, tampoco ha mermado por parte de los clientes. «Y eso que muchos lucen alianza de casado en sus dedos», añade una. Ella, igual que el resto de señoritas consultadas, juran y perjuran que no abren las puertas de sus pisos si los visitantes no presentan el certificado que atesore la pauta completa de vacunación. Este requisito impuesto de autorregulación genera una sonrisa de indignación en el rostro de Ana García Costas, abogada y presidenta de la Asociación Faraxa —por la abolición de la prostitución desde Vigo y de ámbito autonómico—. «Nadie que conozca mínimamente este mundo puede creerse algo así, atienden igual. El dinero, al final, es dinero. ¿O acaso en estos pisos se aplica alguna formación de riesgos laborales o de salud? ¿Acaso en alguno de estos pisos existe un registro de clientes, con nombre y apellidos, para rastrear en el caso de constatarse un contagio y acudir al Sergas? ¡Pero si hasta hay clientes capaces de pagar el doble o el triple por hacerlo sin preservativo!».

Las mafias que regulan los pisos y clubes también le han perdido el respeto al virus. En su caso, por dinero; no es su salud la que ponen en juego. Basta exponer un caso, constatado e investigado actualmente, para retratar a los llamados proxenetas. Ocurrió en al zona de O Porriño, hace algunos meses, dos mujeres, pese a constatarse sus contagios, siguieron comiendo junto al resto de mujeres de un club y ejerciendo. El contador de los gastos por alojarse y trabajar no cesó ni sabiéndose infectadas.

Vacunas sin expediente

Faraxa, contrastando el escenario actual con el anterior al covid-19, lo tiene claro: «Ha ido al alza, no dejan de llegar mujeres, pero no solo a Vigo, a Galicia y el resto de España. Por Lisboa, Madrid o París, si proceden de Sudamérica. Por aquí —en Vigo, añade García Costas— acaban pasando en muchos casos. Nosotros los sabemos, gestionamos vacunas que nos facilita el Sergas. A ellas solo se les pide su pasaporte, no necesitan atesorar expediente clínico. Y todos los meses llegan chicas nuevas pidiendo la vacuna, por eso sabemos que la trata de mujeres es constante».

Ya a pie de calle, universo de asfalto y tacones, mujeres procedentes de Rumanía y Nigeria predominan en el tramo final de O Berbés, llegando a Bouzas. En el Casco Vello, la oferta ya es residual. En ambos escenarios, los precios son más bajos, para clientes que no alcanzan las tarifas de pisos. Ambientes más sórdidos y aún más favorables para alentar la promiscuidad del covid.ç

Una web local de contactos es líder en Vigo de anuncios y tráfico frente a las nacionales

Vigocitas.com se incorporó hace ocho años a Internet para concentrar la oferta de contactos en la ciudad. Una apuesta localista frente a las páginas de contexto nacional. José Martínez, gerente y uno de los dos socios fundadores de la empresa, explica la paradoja que, en su portal, ha generado la pandemia: «Ahora estamos en unas cifras de 6.000 visitas diarias, y antes de la pandemia eran unas 8.000. Sin embargo, ahora mismo tenemos 100 anunciantes, pero lo normal es oscilar entre 100 y 120. Antes de la pandemia teníamos sobre 70».

Martínez recuerda la hecatombe que supuso el primer confinamiento: «Implicó que casi el 70 % de las chicas se dieron de baja porque no querían trabajar, y el 30 % restante solo hacían videollamadas. Nada de trabajo presencial. Luego, el sector se fue adaptando mediante videollamadas y servicios telefónicos. También hay muchas chicas que trabajan con mascarilla, incluso en la web incorporamos un nuevo filtro de servicios en el buscador: chicas con vídeo, mascarilla o Whatsapp. También por características, que ya existía: viguesa, europea, griego o maduras, entre otros».

La proliferación de la vacunación implicó recuperar cierta normalidad en el sector, que en el caso de vigocitas.com conllevó elevar el número de anunciantes: «Generó un punto de inflexión, los anuncios aumentaron bastante y eso repercutió en las visitas. Mucha de la gente que utiliza estos servicios tiene familia y no quiere exponerse a contagiarse, la vacuna ha dado confianza para entrar en la web y buscar el servicio. Hay que pensar que no todas hacen sexo, muchas son masajistas que realizan lo que se llama un final feliz, sin sexo explícito».

La sexta ola, empujada por la variante ómicron, ha vuelto a condicionar el negocio: «Parece que los efectos son menos nocivos al estar vacunados, aunque los mensajes son contradictorios. Lo cierto es que notamos un pequeño bajón, pero no mucho».