Rubén Soliño: «No fui de llamar la atención, pero algo tendría para estar tantos años»

X.R.C. VIGO

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BALONMAN CANGAS

El central se marcha del Cangas después de 26 años y sin un solo descenso después de once cursos en Asobal

23 jun 2023 . Actualizado a las 11:21 h.

Rubén Soliño (Cangas, 1989) puso punto y final a 26 años de militancia en el Balonmán Cangas, club al que llegó de niño, siguiendo los pasos de su hermano Suso. Accedió al primer equipo de la mano de Pillo en la categoría de plata y se marcha sin un solo descenso en el expediente. El cangués supo reinventarse para estar once años en la élite, fabricando recursos que paliaran su falta de físico en una deporte que requiere centímetros y kilos. El central se marcha después de un año de pocos minutos y por decisión técnica, pero lo hace orgulloso de haber contribuido al enésimo milagro de O Gatañal.

—Punto y final a 26 años.

—Llevaba 26 años en el club, entré de pequeño siguiendo los pasos de mi hermano y al final la decisión fue del entrenador, que decidió no contar con gente que llevábamos unos años aquí. Hay que respetarlo, dar paso a los jóvenes y buscar otras cosas.

—¿Usted tenía la intención de seguir?

—Tal como iba el año, que no estaba entrando en rotación, y como estaban yendo las cosas, me podía ir haciendo la idea de que no contarían conmigo. Ha sido así y hay que buscar otra cosa por ahí, ya sea jugando o en el mundo laboral, que ya tengo una edad.

—¿Sabía que la vuelta del play-out era su último partido?

—Sí. Ya había hablando con el entrenador, porque no jugaba y le comenté cuál era el problema y si iba a seguir contando conmigo. Ahí fue cuando me dijo que no y aproveché los partidos que me quedaban por jugar y tener una buena despedida, que era lo que más quería.

—Ya lo dan fichado en el Cisne.

—Se dicen muchas cosas, pero hay que hablarlo, porque tengo que ver si tira más seguir jugando o dejarlo aquí. Es una decisión difícil que tengo que valorar muy bien.

—¿Se plantea ser entrenador?

—Ahora no, pero con el paso de los años, yo creo que sí podría llegar a ser un buen entrenador.

—¿Cuándo comenzó a jugar y cuándo entró en el club?

—Empecé en el colegio con fútbol, ajedrez y balonmano y llegado un momento, mi padre me dijo que tenía que decidirme y lo hice por el balonmano, por amistad y por mi hermano, que estaba en el equipo.

—La trayectoria de su hermano le marcó, Rubén era el hermano de Soliño (Suso).

—Es así, mi hermano consiguió muchas cosas aquí y tuvo ofertas para irse a jugar fuera, pero nunca lo valoró y siempre quiso quedarse en el club. Yo tuve la suerte de seguir su trayectoria y finalizar mi etapa aquí en Cangas. Estoy muy agradecido a todos, porque lo que se vive en este pueblo a nivel de balonmano es increíble.

—¿Cómo define su trayectoria en Liga Asobal?

—Yo no fui un jugador que llamara la atención ni que hiciera mucho ruido, pero para estar tantos años en Asobal, algo tenía que tener bueno. Yo, por mi estatura, no era un jugador de meter goles, pero sí de sacar ventajas en otros lados como para hacer que el equipo jugase a un nivel más alto, para crear jugadas, más para mis compañeros que para mí.

—Ha sido un jugador del equipo.

—Claro. En las categorías de formación sí que metía goles, como todo el mundo, pero al pasar los años y medirte a gente con más peso y más kilos, es más complicado, por eso tuve que comenzar a jugar más tácticamente y no me ha ido mal para llegar al primer equipo y aguantar tanto.

—¿Cumplió todos sus sueños en el balonmano?

—Viendo la capacidad que tenía, tampoco podía optar a mucho más. Para mí, seguir los pasos de mi hermano, a quien tuve como ejemplo desde pequeño, y llegar con trabajo y con esfuerzo a donde llegué, la verdad es que me hace sentir orgulloso de lo que hice y en lo que he ayudado al club en estos años.

—Se marcha sin un solo descenso.

—Siempre le digo a mi hermano que, por suerte, yo nunca tuve ningún descenso a mi espalda y él no puede decir lo mismo, por ahí le puedo fastidiar un poquito (risas). No recuerdo ningún momento malo en el balonmano, ni descensos ni lesiones graves.

—¿Cuál fue el momento más especial que vivió?

—Cuando me dijeron que iban a contar conmigo para el primer equipo, cuando llegó Pillo y tras el último descenso. Aquello fue llegar al vestuario con mi hermano, que es algo que siempre impacta. A nivel de juego, me acuerdo mucho del año que nos jugábamos el descenso con el Teucro en casa, que descendía uno de los dos, y marqué yo el gol de la victoria. Fue especial.

—¿Con qué entrenador se queda?

—Con Pillo, que me dio la oportunidad de llegar arriba. Fue el que confió en mí y en la gente de casa, lo que unido a la generación de mi hermano, formó un grupo de gente de aquí que llegó a Europa.

—¿Le quedó algo por hacer en el Cangas?

—Diría que no. Lo di todo, sin poner malas caras, iba a entrenar siempre positivo y nunca di problemas. Soy un chaval de club, que me han valorado mucho y me han dado la oportunidad y yo he respondido jugando lo mejor que podía, dándolo todo.