En O Condado se llevan a sus abejas a Lugo y a Ourense para protegerlas
30 jul 2023 . Actualizado a las 12:37 h.Las velutinas acechan a las abejas en la finca de Tomás Rivero. Vigilan para cazarlas al vuelo o asaltar sus colmenares. «Son unha peste e cada vez chegan antes», explica, frustrado. Él lleva toda su vida viviendo entre abejas en su finca en Ponteareas, pero no recuerda «tempos tan malos». Las velutinas asedian a sus 50 colmenas y ya han provocado que perdiera un 90 % de la producción de miel que esperaba para este año. Planificaba recolectar 1.500 kilos y solo ha conseguido 150.
Las velutinas, además de matar a las abejas, también provocan que se queden en su colmena. Allí agotan sus reservas porque no pueden recolectar poniendo al límite su supervivencia. «Temos que aliméntalas nós», explica Rivero. Lo que provoca que aumenten los gastos y que también «teñamos que pasar máis horas aquí». Esta situación ha provocado que cada vez queden menos apicultores. «Aquí, na parroquia de Cristañade, antes eramos moitos, pero agora só estou eu», lamenta. Sabe que él, «por ser xubilado», tiene más tiempo, pero para otros «é imposible protexer as súas abellas».
En la finca de Tomás hay cada tres colmenares una estructura en forma de red eléctrica (arpas) que asesina a las velutinas que las tocan. Las fulmina de golpe, pero «non son suficientes». Algunas se escapan de las redes y acercan de igual manera a las abejas. En el suelo y en las arpas hay centenares de ellas chamuscadas. Sin embargo, otras tantas siguen al acecho. Las arpas son un buen sistema, aunque no infalibles y, además, son caras. No todos los apicultores se las pueden permitir y las fincas más separadas, las que están lejos de la red eléctrica, deben instalar un generador para darles energía. Aún más gasto.
La solución que encuentran otros apicultores de O Condado para salvar a sus abejas es más drástica. Practican la trashumancia, es decir, se las llevan a lugares con más altura como Os Ancares y la Ribeira Sacra. Al estar a más altura las velutinas llegan más tarde y en menor número.
Así lo hace Marta Groba con su marido Pablo en Apícola Mel do Puño. Su sede está en Ponteareas, pero sus abejas pasan la primavera y el verano en Lugo. «Non temos recursos para mercar arpas e vixiar constantemente as abellas» y les sale más rentable llevárselas lejos. Lo mismo hace Samuel de Apícola Pedra do Lobo. Tiene colmenares en Covelo y en Mondariz. Los primeros, al estar en una posición de menor altura, se los lleva a O Courel, mientras que las de Mondariz las mantiene «polo de agora».
Cada vez llegan antes
Tomás, Samuel y Marta también han notado que la velutina cada vez llega antes a sus colmenas. Antes, los meses más fríos «non se vía ningunha» y no llegaban hasta que empezaba el calor, pero cada año que pasa se dejan ver antes. Tomás incluso dice que «nunca desaparecen». En su finca están «todo o ano» y que, «aínda que os expertos digan que hibernan nos meses de inverno, aquí xa non o fan».
Los tres coinciden en que la estrategia contra las velutinas «debe cambiar». Consideran que las administraciones se centran demasiado en la eliminación de nidos y no tanto «en encher de cebos as zonas máis afectadas para capturas ás raíñas». Para ellos, la prevención es la clave.
El 20 % de los ingresos
La USC ha publicado este mes un estudio que indica la difícil situación que sufren apicultores como Tomás, Samuel y Marta. Los investigadores del grupo Economía Agroalimentaria e Medioambiental, Desenvolvemento Rural e Economía Social (Ecoagrasoc) avisan que los costes de control y prevención de la velutina suponen un 20 % de los ingresos por venta de miel.