Abel Lorenzo Agras, entrenador vigués donde el fútbol le lleve

VIGO

CEDIDA

El técnico, ahora en Taiwán, recorre mundo para vivir del fútbol como técnico y director deportivo; antes estuvo en China, Maldivas o Kenia

31 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Abel Lorenzo Agras (Vigo, 1991) responde al perfil de entrenadores que comenzaron como futbolistas, pero no tardó en tener claro que lo suyo eran los banquillos. Y persiguiendo ese sueño, trabaja actualmente en Taiwán, donde ejerce ahora de director deportivo del AC Taipei después de haber pasado por Estados Unidos, China, Kenia y Maldivas. Siempre abierto a nuevos proyectos, la distancia nunca ha sido un problema para él.

Cuenta que comenzó jugando en Vigo para después, al mudarse su familia a Baiona, pasar por el Erizana, el Val Miñor y el Nigrán. «Me retiré bastante joven», cuenta. Pero para entonces, ya estaba en marcha su faceta de entrenador. «Empecé con cadetes y juveniles, sobre todo. Después, tuve un paso por el Rápido de Bouzas en la base y empecé a alternar experiencias internacionales con períodos en casa», comenta. Su primera vivencia foránea fue en Estados Unidos, donde hizo las prácticas de final de carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

Fue en ese momento cuando vio claro que quería dedicarse a entrenar sin cerrarse puertas: «Ahí decido que quiero entrenar y que si me dan la oportunidad de viajar y conocer otras culturas, la voy a coger», detalla. ¿Y cómo se consiguen estas oportunidades? «Depende del contexto. Estados Unidos fue por el convenio con la Universidad de Vigo y la primera oferta que me llega de China viene a través de LinkedIn. Después, suelen ser por gente que conoces y te contacta, por el boca a boca», explica. También trabajó en varias ocasiones en los campus de verano de La Liga en distintos países.

No oculta que le gustaría poder tener una estabilidad trabajando de lo suyo en Galicia, pero ante las dificultades, busca otros caminos. «En España, para los que estamos en categorías más bajas, es complicado a nivel económico», señala. De ahí su alternancia. «Puedes hacer ciertos ahorros entrenando fuera y, luego, en períodos en casa, te puedes permitir ganar menos o compaginarlo con otro trabajo que no tenga que ver con el fútbol», añade. A él las propuestas de irse lejos no han parado de llegarle.

En Taiwán está trabajando desde marzo en el que describe como un proyecto «bastante ambicioso para el contexto del país», pues allí el fútbol es un deporte minoritario muy superado por baloncesto y béisbol. «Las ayudas del gobierno no son las que deberían y la Federación tampoco está muy desarrollada, es como si fuera amateur», en contraste con la profesionalidad que sí existe en los clubes, detalla. «Está siendo una experiencia enriquecedora y estoy aprendiendo mucho en el campo de la organización, que es una función que vengo haciendo menos». Le corresponde la búsqueda de jugadores y técnicos para el proyecto y lo entiende como un modo de contribuir a cambiar la dinámica futbolística del país.

Todo tipo de experiencias

Cuando se incorpora a un nuevo club, no establece tiempos, si bien le gusta cumplir los contratos y prefiere firmarlos de un año porque «siempre puede salir algo mal» o que falle la adaptación por cualquiera de las dos partes. En este caso, ha hecho una excepción, comprometiéndose por tres campañas. «Me gusta ir sobre seguro e intentar día a día disfrutar de la experiencia sin plantearme más», apunta. Un ejemplo de que puede haber imprevistos lo vivió en Maldivas, trabajando con la Federación. «Fue positivo, pero hubo impagos, nos adeudaban varios meses y tuvimos que dejarlo unilateralmente», recuerda.

Ahora está en un momento ideal, con mezcla de bienestar profesional y personal, pero otro del que tiene un recuerdo muy grato fue Kenia. «Te encontrabas a chavales capaces de entrenar en cualquier condición, hasta sin zapatos siete horas al día si se lo ofreces. Un contexto muy enriquecedor», recalca. Y lo contrapone con lo que se encontró en Dubái. «Entrenas a jugadores con 15, 18, 21 años que no dejan de ser semiprofesionales pero te llegan con un Ferrari. Vienen de familias millonarias y no acatan órdenes y no valoran el esfuerzo», por lo que es casi imposible sacarles un alto rendimiento.

Allí estuvo apenas un verano, porque se sintió desubicado al ver que no iba a ser capaz de sacar lo mejor de esos jugadores. «Tampoco me gustaba ni creía mucho en la forma de vida del país ni me adapté a la academia. Seguir allí era un poco autoengañarme. Me salió la oportunidad del Rápido y decidí volver», relata. Ha habido, asimismo, ofertas que ha rechazado al poner todos los factores en la balanza y teniendo en cuenta las circunstancias del país de destino, como por ejemplo una guerra civil que sí le echó atrás. «No me cierro a casi nada», dice al tiempo que expresa que fuera de Europa es donde surgen más opciones.

Espíritu aventurero

Lorenzo Agras sostiene que es el los países asiáticos donde los técnicos españoles están mejor valorados, algo a lo que también se está sumando Sudamérica. «Viene de la época de mayor gloria de la selección española. El técnico español fue tradicionalmente muy local, de entrenar en España, y eso empezó a cambiar», indica. Habla del «espíritu aventurero de: ‘Si aquí no tengo, me voy a buscarlo a otro sitio’» que ha convertido en la filosofía que aplica en su vida laboral.